Capítulo 6

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—...¿Quién?

Saril exhala, negando con su cabeza en reprobación.

—Él es Miguel Arcángel, comandante de nuestra legión.— me quedo en completo silencio, sin poder creerlo.— Y no puedes amenazarlo de esa manera.

—Está bien, Saril.— le dice él, mirándome con un dejo de diversión al ver la expresión en mi cara.— No me molesta, siempre he sabido que es alguien de carácter fuerte.

Frunzo el ceño:— ¿Y entonces por qué caraj-...?

—Abigail.— Saril me corta antes de que diga algo más, apretando los labios y levantando las cejas en mi dirección, diciéndome con la mirada que pida disculpas.

Lo hago, solo que no del todo.

—Yo...no volveré a amenazarte.— le digo directamente a Miguel, a lo que él solo asiente, satisfecho con solo eso.

—Y yo no volveré a tocarte si no lo deseas.— acuerda. El ''si no lo deseas'' me parece innecesario, pero no acoto nada porque no viene con otras intenciones.— Sin embargo, no puedo permitir que ataques a mis soldados.

—Aquel imbécil no era un soldado, era un querubín con aires de superioridad. —mascullo, bufando en medio de mis palabras. Estoy más calmada que antes, pero todavía algo desabrido permanece en mis entrañas al recordar lo que acaba de suceder.

—Sigue siendo parte del cielo y de nosotros, al igual que tu. No puedes lastimar a los tuyos, menos con intenciones de matarlos.— replica Miguel con un tono más adusto.

Aprieto mi mandíbula.

—Que no vuelvan a hablar de mi madre y se salvaran de acabar como él.

—A Abigail le queda claro, Miguel.— la arcángel a mi lado se apresura a intervenir.— Puedo prometerte que algo así no volverá a pasar.

Y aun escuchando la promesa de Saril, no la mira. Sus ojos dorados siguen fijos sobre mí, yo le mantengo la mirada sin lucir intimidada, y por eso mismo, pronuncia pasándose una mano por la mandíbula:

—Sé que tienes mucha ira contenida, Abigail, contra nosotros, contra el príncipe, contra todos...—un nuevo nudo vuelve a instalarse en mi garganta al escucharlo.

—No sabes nada de mí.— respondo, sonando a la defensiva.

—Sé que eres muy buena en el campo de batalla.—rebate.— Si bien ya no tienes tus habilidades, sigues siendo veloz, ágil y fuerte, sabes atacar y defender, y tengo entendido que aún ni explotaste tu máximo potencial.

Suspiro con aburrimiento, sin entender para que me estaba diciendo las cosas en las que era buena:— Si, soy buena para pelear, ¿y qué con eso?

Saril lo mira con detenimiento y confusión, al parecer ella tampoco lo entiende.

—Muchas cosas.— Miguel me dice a mí pero sonriendole a la arcángel, un par de hoyuelos formándose en sus mejillas.— Pero bueno, podemos hablar de eso después, ahora tenemos que volver a la reunión, es importante.

Ruedo mis ojos mientras él se voltea con completa seriedad, terminando el tema por completo. Suspiro con frustración, peinando mi cabello ya seco con los dedos. Saril se coloca delante de mí y arregla mi aspecto, pasando un pañuelo que no sé de dónde sacó por mi frente sudorosa.

—¿Qué es lo que viene ahora?— le pregunto en voz baja, ella levanta una comisura mientras coloca unos mechones detrás de mis orejas.

—El final de toda esta locura.

PERDICIÓN (#2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora