Intento sonreír una vez que Azazel aterriza en la azotea, pero mis labios forman más bien un estirón incómodo que cualquier otra cosa.
Sin embargo, el demonio no parece notarlo, y solo avanza en mi dirección retrayendo sus alas oscuras tras su espalda. Mientras más se acerca, soy capaz de sentir un sentimiento extraño desprendiéndo de él en mi garganta, en la yema de mis dedos y en los cabellos de mi nuca.
Algo lo tiene preocupado.
—¿Cómo ha ido?—me pregunta una vez llega frente a mí, intentando hacer pasar desapercibido aquello que lo acongoja.
—Triste.— es todo lo que digo porque no sé de qué otra forma describirlo.
—Lo lamento.
—Si, yo también...—respondo en medio de un suspiro melancólico. Sacudo mi cabeza y lo miro.— ¿Y a ti?
Azazel me mira sin entender:— ¿A mi qué?
—Dijiste que tenías que ocuparte de unos asuntos en la tarde, y me doy cuenta de que algo no anda bien contigo.— levanto las cejas en su dirección,— Privilegios de ser un ángel— ironizo.
El demonio se toma su tiempo.
—Solo...—sisea, sin saber exactamente cómo responder.— Solo espero que esto termine luego.
Intento lucir inescrutable, pero por dentro, una parte de mi espera que lo que sea que diga, sea diferente a lo que Lucifer me dijo hace unos minutos. Que no sea verdad que Mathea ha conseguido todo lo que quería así de fácil, que, por favor, hubiera estado jugando conmigo.
—¿Qué ha pasado?—me lamo los labios, impaciente.— ¿Algo en el inframundo?
Sé que no sabe si decirme o no, que no está seguro de si podré con algo más, y es ese mínimo detalle, el que hace darme cuenta de que, en efecto, es la verdad. Que Lucifer no ha mentido.
—Mathea ya tiene a todos de su lado— confiesa, y no puedo evitar tragar saliva para diluir el nudo que se ha formado en mi garganta. No obstante, intento mantenerme inexpresable.— Lilith lo ayudó a entrar al inframundo y toda la legión está con él, ahora solo tiene que encontrar a Lucifer y matarlo.
Me muerdo el interior de la mejilla, sin despegar mis ojos de los del demonio frente a mí. Una punzada de ansiedad me golpea las costillas, las palabras de Lucifer repitiendose una y otra vez en mi cabeza.
—¿Y crees que pueda hacerlo?— pregunto, mi labio inferior tiembla ligeramente.
Azazel no duda.
—Matarlo no es el problema, el problema es encontrarlo y lograr someterlo, pero como escapó antes de que pudieran hacerlo, no sabemos de su paradero. Aunque realmente, solo basta con arrancar su corazón.
Frunzo el ceño:—¿Cómo que "solo basta" ? No debería ser tan sencillo, se supone que Lucifer es inmortal.
Azazel niega con su cabeza, soltando aire por la boca para apresurarse a explicar:
—Es que no es tan sencillo, muchos seres lo han intentado y han muerto por lo mismo. La energía de Lucifer puede para matar a un humano sin tener que tocarlo, está corrompida, su sangre está maldita, todo por la fuerza del abismo, porque se alimenta de él. Ni siquiera un arcángel podría igualarla por lo siniestra que es.
—¿Y entonces?
—La energía de un príncipe es la única igual de fuerte.— responde, y entonces, todo tiene sentido.— Solo uno puede asesinarlo sin morir en el intento, solo un príncipe del inframundo es capaz de acabar con Lucifer porque nacieron de la misma maldición.

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PERDICIÓN (#2)
FantasySECUELA DE ''DESTRUCCIÓN'' ''El dorado de su iris luce despiadado, la sangre que salpica en su rostro y alas la hacen ver más siniestra, más aguerrida, más letal... En medio de la brisa, y de toda la tempestad, nuestros ojos se encuentran, y el vací...