XIII

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Varios días habían pasado desde que regrese a Seúl, Hwasa había comprado ropa a montones para mí por indicación de la señora Jeon, también se tomó la molestia de arreglar mis horarios en el gimnasio y algunas diligencias más entre las que estaba agendar un día a la semana para ir a la oficina principal de el hotel.

No sabía para que la abuela me quería tener en ese lugar, era obvio que no debería estar ahí pero en este momento no podía negarme a nada, solo deje que las cosas siguieran su camino llevando mi futuro por el.

No sabía para que la abuela me quería tener en ese lugar, era obvio que no debería estar ahí pero en este momento no podía negarme a nada, solo deje que las cosas siguieran su camino llevando mi futuro por el

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- señorita ¿hoy irá a el gimnasio a la misma hora?.

- Hwasa cuántas veces te he dicho que me llames por mi nombré.

- lo siento mucho aún no me acostumbro.

- supongo que sí.

- le pregunto por qué hoy la veo algo desmejorada como si estuviese cansada.

Era verdad tenía algunos días sintiéndome diferente, aunque al principio solo deje pasar los síntomas ahora eran algo que comenzaba a molestarme.

- no te preocupes quizá no vaya hoy - justo respondía cuando sonó mi celular, el remitente era alguien muy conocido.

- hola - atendí de inmediato.

- ¿Estás ocupada?.

- ¿Por qué?.

- bueno estoy por aterrizar y esperaba me dieras la bienvenida.

- ¡estás loco!, ¡¿De verdad estás aquí?! - una felicidad brillo en mi rostro.

- tienes 30 minutos.

Colgué la llamada, mire mi la hora era relativamente temprano 1:30pm, despedí a Hwasa con algo de prisa, la mujer algo sockeada solo asíntío a mi prisa exagerada y me dejó ir en el primer taxi que mire justo frente de el café en el que estábamos.

En el transporte las manos me sudaban, no podía creer que el estuviera aquí, ¿A qué venía?, Quizá a verme, por ese instante olvide la incomodidad que tuve con el antes de venir a Corea, igual ya no tenía mucho sentido estar preocupada por algo así después de todo ambos acordamos olvidar ese insidente para seguir con nuestra amistad cosa que necesitaba más que nunca.

Ya en el aeropuerto espere con ansias su llegada, era tan raro pero anehelaba ver su cara, ya había pasado casi un mes sin el ahí, por la puerta la gente comenzó a salír, mire cada uno de esos rostros americanos esperando ver un par de ojos oblicuos hermosos.

Por fin mire su delgada figura caminar como modelo fracasado por el pasillo, sonreí al instante y cuando estuvo en acceso a mi corrí a el para colgarme de su cuerpo como mono. Sin decir palabras rodeó mi cuerpo con sus largos brazos dándome ese calor que necesitaba con tantas ganas.

 Sin decir palabras rodeó mi cuerpo con sus largos brazos dándome ese calor que necesitaba con tantas ganas

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Luna FríaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora