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Jungkook salió al pasillo con el portafolios en la mano y la mochila al hombro. Se pasó la mano por el cabello repetidas veces para aliviar la tensión en su cabeza y se acomodó los mechones de pelo que se le iban a la frente. Había pasado dos horas dibujando con el carboncillo y le dolía la mano.

Utilizaba un lápiz de carpintería de los de la punta gruesa porque eso le facilitaba corregir los trazos inexactos cuando dibujaba, pero Gianni le había ofrecido el carbón.

Intentó recordar la última vez que dibujó en el trabajo y no recordaba con exactitud. Creía que habían pasado cuatro meses desde que fue sorprendido por uno de los empleados de vestuario.

La duda lo consternó, ¿cuando Jimin había tenido acceso a sus dibujos y cómo había sido capaz de hacer algo como eso? Incluso de camino al hotel había fingido no saber.

—Deberé ser más cuidadoso con mis cosas. —pensó.

Avanzó hacia el elevador al final del pasillo siguiendo el movimiento de sus pies. Notó que la alfombra de color púrpura hacía unas figuras parecidas a un vestido con copa y lo tomó como una buena señal.

Jimin esperaba en el barra del lobby con una copa de jugo de arándanos y vodka.

—¿No es demasiado temprano para empezar a beber? —preguntó desde atrás. La figura pequeña de Jimin sobre las altas banquetas de la barra le llegaba más abajo del cuello. Jungkook dio la vuelta al no obtener respuesta a su aviso de llegada. Vio entonces que Jimin descansaba la cabeza en una de sus manos y tenía la mirada apagada. Nada que ver con el Jimin lleno de energía que estaba acostumbrado a ver. —Hola, ¿me puedo ir a mi casa ya?

Jimin asintió. Hizo un gesto al camarero de que trajese la cuenta y sin mirar a Jungkook musitó:

—Vamos, te llevo. Mañana me cuentas cómo te ha ido con Gianni.

Jungkook sintió el olor a alcohol y vio a Jimin tambalearse mientras buscaba la salida.

—Has bebido. No voy a subirme contigo al auto. ¿Quieres que nos lleve presos la policía?

—Ah bien, señor correcto. Tome su autobús entonces. Nada más que en esta zona no pasan. Tendrás que caminar al menos ocho cuadras para llegar a la parada más cercana, ¿te has dado cuenta de dónde estás?

—Y tú ¿te has dado cuenta de lo que has hecho? Me traes a un lugar en contra de mi voluntad a hacer algo que no pedí, bebes alcohol y me dejas tirado. Ya es de noche, ¿a qué hora se supone que llegaré a mi casa?

Jungkook ni siquiera esperó la respuesta de Jimin. Salió hecho una fiera hacia la salida. El valet salió a recibirlo y le hizo una reverencia. Jungkook no se detuvo ni por cortesía. En dos zancadas ya estaba a media calle.

—Hey, ¿tienes licencia para conducir? —gritó Jimin desde atrás.

Jungkook se detuvo sin mirar. Jimin metió la mano en el bolsillo derecho de su pantalón intentado dar con el dispositivo de encendido y recordó que el valet aun lo tenía.

Había estado hospedado en ese hotel durante tres meses cuando compró su casa y la puso en remodelación. Se le había metido en la cabeza que debía cambiar irremediablemente el piso de toda la casa. Las pisadas de los anteriores inquilinos que habían vivido o los cientos que la habrían visitado cuando estuvo en venta, dejaban huellas de energía invisible. No quería que todo eso se le adhiriera a sus plantas y luego subiera a la cabeza.

Jungkook regresó para tomar las llaves del auto de la mano del valet. Jimin subió en el asiento al lado del conductor sin hacer escena. El techo estaba puesto, así que reclinó el asiento hacia atrás y se acomodó con los ojos cerrados.

ℭ𝔲𝔞𝔫𝔡𝔬 𝔰𝔢𝔞 𝔪𝔦́𝔬  ••𝗄𝗈𝗈𝗄𝗆𝗂𝗇••Donde viven las historias. Descúbrelo ahora