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Maratón 1/...

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Soobin estuvo llamando a Tae hasta cerca de las 3:00 de la madrugada, pero este no tuvo valor siquiera de apagar el teléfono. Lo dejó en silencio y a pesar de no poder dormir en toda la noche, se recostó en la cama con los ojos cerrados aclamando por Jimin para que lo ayudara a salir vivo de esa situación.

Esa tarde llegó a la casa en un puro nervio, contándole a Jimin atropelladamente sobre la infinidad de llamadas perdidas de Soobin y el susto que había pasado teniendo que salir solo de aquel lugar tan horroroso donde vivía Jungkook.

—No tienes idea, Jimin de lo que es ese lugar cuando empieza a caer la noche. Parece que saldrá un hombre lobo de cualquier esquina oscura. —dijo Tae dramatizando.

Jimin rodó los ojos y Tae se defendió.

—No estoy exagerando. Es así como te digo y dice que conoce a los ladrones de su barrio.

Jimin sonrió incrédulo. Tae siempre se las arreglaba para hacer una película de acción de cada cosa que sucedía en el mundo.

Jimin le mostró la casa desde su posición en el sofá. Le fue señalando las habitaciones y le ofreció una para cuando quisiera quedarse allá. Ahora no entendía por qué exacto la manía de no haber llevado a nadie a su casa, era algo normal entre los amigos. Había sido bueno que Jungkook cocinara para el y le hiciera compañía un rato. A su vez le contó de la pelea con el padre, aunque si detalles y de que había escapado a tiempo gracias a que su madre le había roto un macetero en la cabeza.
Tae rio divertido. Se parecían a él y a Soobin.

—No tenía idea de que tu familia fuera así. —comentó Tae casi sin poder creerlo.

—Mi padre es así, —corrigió Jimin— y lamentablemente mi madree nunca ha tenido valor para dejarlo. ¿Ya ves por qué te insisto para que dejes a Soobin de una vez?

— Se me olvidaba algo importante, pero que no tuve ocasión de escribirte porque sentí miedo de que Jungkook pudiera arrebatarme el teléfono. —Tae era ágil a la hora de cambiar el tema de Soobin.

—Como así, ¿de qué hablas? —preguntó Jimin seguido de un quejido de dolor al intentar incorporarse para prestar total atención.

—Ayer en la casa de Jungkook vi un traje de conejo...gris. —dijo pausado alzando las cejas— En una caja de madera en la sala. Intenté que fuera a la cocina a buscarme agua para hacerle una foto y mandártela, pero sentí tanto miedo cuando su actitud cambio, que lo único en lo que pensé fue en estarme tranquilo hasta que me fueras a recoger.

—¿Pero qué paso? ¿Jungkook te hizo algo? —preguntó Jimin sin entender.

— No me hizo nada, pero es un tipo raro. No me cae bien. Hay algo en el que me da mala espina.

—Mala espina jaja. —rio Jimin y se sujetó las costillas adoloridas— ¿ahora eso de donde salió? ¿Que no te gustaba ese chico? ¿Qué tiene que ver un traje de conejo con que sea raro? Tú sí que eres raro, Tae.

—Jimin ¿recuerdas en mi fiesta de cumpleaños veintitrés? Al día siguiente cuando te conté lo que habías hecho, lo único por lo que me preguntaste fue por si sabía quién era el chico con traje de conejo gris. Yo en ese momento no supe, no recordaba a nadie, incluso Soobin y yo hablamos del tema en caso de que fuera un invitado suyo, pero ayer cuando vi ese traje en su casa tuve la certeza de que era él.

—Tae, cálmate. Hace tres años de eso. Ni siquiera éramos tan amigos en aquella época. No conocías a Jungkook ni yo casi lo conocía,  ¿cómo entraría a tu fiesta sin invitación con Chucky y Tiffany recogiendo las tarjetas?

ℭ𝔲𝔞𝔫𝔡𝔬 𝔰𝔢𝔞 𝔪𝔦́𝔬  ••𝗄𝗈𝗈𝗄𝗆𝗂𝗇••Donde viven las historias. Descúbrelo ahora