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Maratón 6/7

Habían pasado dos meses con la rapidez de una escena en el cine. La convivencia juntos se volvió de esos tiempos que no son del todo malos, pero que sus días tan rutinarios no se distinguen unos de otros. En las mañanas después de que Jungkook se iba a trabajar, Jimin salía de la casa y corría por toda la costa cerca de una hora. Nadaba en en mar, tomaba un desayuno y después de una ducha para quitarse la sal se sentaba a leer en el porche.

El mes de diciembre era especialmente frío en aquella zona desprovista de edificios y personas, aunque la ventaja era la ligereza del aire sin smog. Sus preocupaciones habían aumentado y había días en que se sentía más desanimado que nunca. Su cerebro vacío, sin nada que aportar, lo hacía sentir frustrado e inútil a menudo. Confiar en que alguien más probara su inocencia parecía un plan sin muchas probabilidades de éxito.

Su foto circulaba en internet con un encabezado sensacionalista "Desaparecido el famoso bailarín y heredero de la compañía de teatros tal" ¿era heredero de algo o lo medios también habían inventado eso para llamar más la atención de los lectores?

Una noche en que dormía en la esquina de la cama como era costumbre, despertó asustado gritando. Estaba boca abajo y destapado, con los brazos cruzados debajo del pecho. La manta se había rodado hasta el suelo y tenía los pies helados. Le dolía la cintura cuando despertó debido a lo incómodo de la posición.

Había tenido una pesadilla horrible con un demonio con aspecto de mujer que lo sujetaba del cuello y los pies y lo mantenía hecho un anillo por la espalda.

Salió en punta de pie hasta la sala donde dormía Jungkook en el sofá. Se llevó la almohada y la manta consigo y se acostó a su lado en la alfombra. Volvió a quedarse dormido. Cuando Jungkook despertó a las 5:00 para irse a trabajar, lo encontró temblando de frío y hablando incoherencias. Lo levantó del suelo y volvió a llevarlo a la cama. Tomó su temperatura con el dorso de la mano y estaba ardiendo de fiebre.

—¡Mierda! No hay nada aquí para la fiebre. ¿Cómo no se preví esto?

Salió de la habitación y la única idea que tuvo fue ir a tocar la puerta de la casa del único vecino que tenía. Le entreabrió la puerta una señora de pelo blanco y de edad bastante avanzada, que al parecer estaba despierta y al tanto de su llegada por la rapidez con que abrió.

—¿Qué sucede muchacho? ¿Hay algún problema? —preguntó ella sin apuro, con la acostumbrada paciencia que da la edad.

—Es... mi amigo. Tiene fiebre alta y no tengo medicina para darle. No quisiera dejarlo solo para ir hasta la farmacia del pueblo.

—Entra, tengo algo que puede ayudar. —respondió ella abriendo la puerta para que Jungkook entrara y se perdió en una habitación a a oscuras.

La anciana caminaba con dificultad debido a una aparente cojera en la pierna derecha. Regresó con un frasco de algún medicamento color rosa, otro con alcohol y una bolsa de goma para poner agua helada dentro.

—¿Has bajado una fiebre alguna vez? —preguntó a sabiendas que a esa edad la respuesta probable era no. Jungkook negó con la cabeza preocupado.

—Vamos, voy a acompañarte. —se ofreció ella.

—Le devolveré las medicinas en cuanto vaya a la farmacia. —le comunicó Jungkook con aflicción, pero ella hizo oídos sordos y salió de la casa.

Jungkook corrió delante y la anciana lo siguió a paso lento. Entraron en la habitación y Jimin se revolvía entre las sábanas delirando por la fiebre. La anciana pidió una toalla que le fue entregada con urgencia, la empapó en alcohol y la puso sobre la frente del enfermo y otras dos debajo de sus axilas. Al agua helada la puso en su entrepierna y Jungkook pareció extrañado, pero no dijo nada. Lo dejaron cubierto con la manta y la anciana le pidió a Jungkook que lo incorporaba para darle una cucharada del jarabe. Jimin tragó la medicina protestando y se volvió a quedar dormido entre una fatiga y otra.

ℭ𝔲𝔞𝔫𝔡𝔬 𝔰𝔢𝔞 𝔪𝔦́𝔬  ••𝗄𝗈𝗈𝗄𝗆𝗂𝗇••Donde viven las historias. Descúbrelo ahora