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Meses más pasaron y la relación entre ellos se fue estrechando. Jimin se conformó con el hecho de que como no podía exponerse demasiado, debía ayudar más en las tareas de la casa. En lo que Jungkook se levantaba temprano cada día para llegar al puerto, donde había conseguido un trabajo como auxiliar de montaje y poco tiempo después como auditor de calidad. Con el retiro de su superior y la buena disposición para el trabajo que había mostrado, pudo ascender rápidamente. No era el salario ideal, pero les daba para mantener aquel estilo de vida sencillo que llevaban. Además, alejados como estaban de la ciudad en aquel lugar remoto, no había distracciones en las cuales gastar más de lo que ganaba. No recordaba haber vivido ni un sólo segundo de sus veinticinco años, más feliz de lo que vivía en ese momento. Por los medios que fueran y con los sacrificios que había tenido que hacer, no importaba el cómo, Jimin estaba con él y eran felices juntos.

Soportó durante seis años los largos viajes en autobús hasta el centro, para mantener un trabajo que de entrada nunca habría obtenido limpiamente. Mintió diciendo que se había rentado cerca, pero la realidad era que debía viajar dos horas dentro de la ciudad cada día. Uno de los requisitos para la contratación era vivir a cierta distancia de la agencia, fuera de ese radio no contrataban a nadie. Era una medida para exigir puntualidad, pues no aceptarían excusas sobre el tráfico o la lluvia.

—El público no espera por nadie. Un minuto tarde es un despido. —le había aclarado el CEO Kim cuando entró en su oficina para la presentación.

El hecho de tener sólo diecinueve años lo ayudó con la obtención del trabajo. Las grandes compañías gustaban de contratar gente joven, que no pusiera peros en el trabajo, ni fuera de otros lados con viejas mañas. Buscan por lo general terreno virgen donde plantar nuevas semillas.
Este iba a ser su primer empleo, pero al no tener experiencia previa en nada, no fue escogido. Al final se le contrató para formar parte del equipo de apoyo de los bailarines, por cosas del destino. Los nuevos fueron presentados ante los bailarines de la compañía y a cada uno de los cuatro escogidos en esa convocatoria les fue asignada una función. Jungkook fue el primero en llegar al salón y situarse en la primera fila de butacas delante de los bailarines que se habían acomodado en un pequeño escenario de ensayo y fue el último en recibir asignación.

—Dicen que te va a tocar el sobrino del CEO. —le dijo la chica sentada a su lado que ya había sido ubicada— y que es insoportable— susurró cubriéndose la boca con la mano.

Jungkook la miró aterrorizado y dejó escapar el aire que tenía en los pulmones. Sintió en ese momento la voz de alguien discutiendo detrás del telón. Hacía un berrinche por algo que no podía entender. Cerró los ojos y se entregó a aquel canto.

Jimin, ahora que se había conformado con el hecho de salir sólo con Jungkook a escasos lugares, se había hecho amigo cercano de la anciana. Curiosamente tenía el mismo apellido de soltera de su madre, pero él no lo recordaba, aunque sintió cierta familiaridad al pronunciarlo la primera que vez que se lo dijo.

A menudo la visitaba llevando un termo de café recién hecho y algunos bocadillos que hubieran quedado de la noche anterior y hablaban durante horas de cosas pasadas. Él mismo no tenía mucho que contar. No mintió sobre el hecho de que había perdido la memoria en un accidente y que su compañero lo había traído a ese lugar en busca de una terapia de relajación que lo liberara del estrés sufrido y de sus familias. La anciana lo miró con profundidad y lanzó algo parecido a una sentencia.

—Dios sabe por qué pone cada cosa en nuestro destino. Quizás ahora no sea un buen momento para que recuerdes. Yo misma quisiera olvidar tanto dolor. Algún día lo harás, si así está escrito.

De su relación con Jungkook evitaba por todos los medios tocar el tema. A pesar de que podía sentir la empatía de esa persona hacia sí mismo, no se sentía cómodo hablando sobre eso. Además, de que no habría podido decir mucho en aquella situación que calmara su propio juicio. Sabía que no estaba correcto lo que hacía y por algún motivo que no podía entender se condenaba, pero se había llegado a sentir tolerable. Quizás hasta feliz en algunos momentos. Besar a Jungkook no era del todo malo.

ℭ𝔲𝔞𝔫𝔡𝔬 𝔰𝔢𝔞 𝔪𝔦́𝔬  ••𝗄𝗈𝗈𝗄𝗆𝗂𝗇••Donde viven las historias. Descúbrelo ahora