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Maratón 5/7

Jungkook condujo el auto gris durante dos horas hasta llegar a la agencia y ese sería su trayecto diario a partir de ese momento para ir a trabajar. Cada día tendría que levantarse a las 5:00 de la mañana y hacer un recorrido de ida y vuelta de cuatro horas en total.

La agencia aún se revolvía y las caras de consternación de los empleados no eran disimulables, luego del anuncio de que Jimin estaba desaparecido. Con las noticias confusas de todas partes que aún no se aclaraban, unos tomaban partido porque sí era posible que hubiera consumido drogas con la chica y otros aseguraban que era algo imposible.

Entrando al elevador del estacionamiento después de aparcar, pudo escuchar la conversación de dos empelados que se debatían entre estas dos variantes.
Uno de ellos aseguraba no haber visto a Jimin llevarse siquiera un cigarrillo a la boca, mucho menos droga y de la mala, de la que se inyecta, y el otro, lo creía capaz de todas las maldades que pudiera crear la imaginación con la escena de una mujer en un cuarto de hotel.

Optó por ignorar la conversación y siguió su camino hasta los camerinos, donde los demás bailarines también hablaban del tema. Uno de ellos, que siempre le tuvo mala voluntad a Jimin porque era la sombra que siempre quedaba en segundo lugar, afirmaba que no tenía duda alguna de que Jimin era capaz algo como eso y más.
Jungkook no pudiendo controlar el impulso explotó en contra de todos ellos y los llamó carroñeros y falsos.

—¡Se aprovechan de una situación confusa como esta para opinar de cosas que no saben, sólo la policía tendrá las respuestas! Así que mejor harían en callarse de una vez. —gritó con enojo y más de uno de sorprendió de verlo fuera de sus cabales, a un chico que hasta el momento no abría la boca ni para decir los buenos días.

Jin estaba al tanto del alboroto desde las cámaras y viendo su estado su alteración lo sacó de los camerinos.

—Jungkook, ¿qué sucede contigo? ¿Por qué estás buscando problemas con los demás?

Jungkook resoplaba como un toro embravecido.

—Estos imbéciles están hablando estupideces de Jimin y me molesta que hablen a sus espaldas. Nunca tuvieron valor de confrontarlo en nada y ahora andan comentando como las cucarachas, por los rincones.

El pasillo se fue llevando de curiosos que se detuvieron a mirar.

—Vamos a una oficina, quiero que hablemos. —indicó Seokjin al ver que tenían público alrededor.

Jungkook siguió al CEO hasta el final del pasillo y entraron en un salón de reuniones que era utilizado para el planeamiento de los espectáculos. Estaba habilitado únicamente con una mesa rectangular en el centro. Seokjin tomó asiento y le hizo una señal para que sentara.

—Entiendo que aprecies mucho a Jimin. Yo también lo hago. Llevas trabajando con el cuánto ¿cinco años ya? —Jungkook asintió— No debes pelearte con las personas o insultarlas por cómo piensan. Yo tengo claro que Jimin no sería capaz de algo como eso nunca, ni en cien años. Lo he visto crecer, desde que tenía trece y no hay posibilidad alguna de que hiciera algo como eso. Así que ignora todo lo que has escuchado. No prestes atención a los malos comentarios y sobre todo no hables con nadie de ese asunto. No hay mentira que dure cien años sobre la tierra. Las cosas en algún momento se tendrán que aclarar.

Seokjin finalizó dándole una palmada en el hombro y no esperó una respuesta de su parte. Esperaba que Jungkook entendiera y que no se repitiera más una escena como aquella.

Jungkook salió de allí con el corazón saliéndose por la boca después de que el CEO Seokjin lanzara aquella sentencia. Sabía que en efecto, las mentiras a la larga siempre salen a la luz, pero era demasiado tarde para dar marcha atrás. 

ℭ𝔲𝔞𝔫𝔡𝔬 𝔰𝔢𝔞 𝔪𝔦́𝔬  ••𝗄𝗈𝗈𝗄𝗆𝗂𝗇••Donde viven las historias. Descúbrelo ahora