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Maratón 3/7

Ese día, a las 6:43 de la mañana el sol asomaba tenue en el horizonte y su luz se reflejaba amarillenta sobre el agua tranquila de la costa desierta. Era el mes de octubre y las mañanas habían comenzado a enfriarse a pesar de que en las tardes, bastante calurosas y húmedas, podía elevarse la temperatura hasta veinte grados más.

Una suave brisa con olor a mar se impregnó en la nariz adolorida de Jimin, que se fue desperezando poco a poco para darse cuenta de que tenía el torso desnudo.
Sintió el roce suave de una mano que le sacudía la espalda y abrió los ojos con dificultad, sin consciencia aún de que su cara se encontraba sobre la arena mojada de la playa. Sintió una corriente de agua helada bañarlo hasta la cintura y se estremeció de frío. Dejó escapar un quejido de dolor, en lo que intentaba levantar la cabeza para ponerse de pie, pero su cuerpo se sentía demasiado pesado para moverse por sí solo. La figura en su espalda notó la reacción y respiró aliviada

Intentó por segunda vez incorporarse, esta vez intentando usar los brazos sin éxito. Su cuerpo estaba completamente adormecido y sin fuerzas. Entonces la figura, sin pronunciar una palabra, metió uno de sus brazos por debajo del torso de Jimin y lo levantó con ligereza hasta dejarlo de rodillas en la arena.

Jimin se arqueó y un acceso de vómito verdoso salió afuera. Se sujetó la cabeza con ambas manos intentando poner las ideas en orden y notó un dolor punzante encima de la nuca. Tenía una herida abierta que quizás necesitara puntadas, aunque ya había dejado de sangrar.

—Tranquilo. Estás a salvo, te he encontrado. —le oyó decir a una voz masculina, que le sacudió con suavidad el cabello lleno de arena.

Jimin se dobló hacia delante y lloró. Con las manos cubriéndose el rostro lloró como un niño, sin vergüenza alguna delante del desconocido, que aún le sostenía del pecho para que no se derrumbara.

—¿Estás bien? ¿Puedes ponerte de pie?

Jimin negó con la cabeza. El desconocido lo levantó en brazos como una pluma y caminó hasta situarse debajo de una sombrilla de playa improvisada con hojas de arecáceas. Lo dejó sobre la arena y se acuclilló delante de él.

—¿Sabes cómo llegaste aquí? —Jimin hizo otro gesto de negación— ¿Tu nombre al menos? ¿Puedes recordar dónde estuviste antes?

Jimin no reaccionó a ninguna de las interrogantes. Eran demasiadas preguntas para las cuales no tenía respuesta.

—¿Qué día es hoy? —preguntó Jimin sin mirarlo.

—Es martes, 17 de octubre, ¿por qué? —respondió el desconocido con interés.

Jimin se llevó una mano a la boca intentando apagar un sollozo.

—No sé siquiera que día es hoy. ¿Qué me está sucediendo? —murmuró para sí mismo.

—¿Sabes cómo llegaste aquí? —interrogó el desconocido, sólo para asegurarse de cuán perdido andaba el chico delante de él.

—No lo sé ¿podrías llamar a la policía? Ellos deben saber quién soy y por qué estoy perdido.

La mente de Jimin era un pacifico lago de aguas turbias. En calma sólo en apariencia, porque en realidad sus ideas se acortaban hasta volverse nada.

—La policía no. Será mejor que busquemos en las personas desparecidas antes ¿qué tal si la policía es quien te está buscando? —es desconocido sembró la duda en Jimin, que se dejó atormentar más por aquella idea de persecución— Quizás huías de ellos. —concluyó.

El desconocido sacó el celular, introdujo la búsqueda y empezó a leer en voz alta saltándose partes. Había sido muy fácil dar con su rostro, sobresalía de entre los demás.

ℭ𝔲𝔞𝔫𝔡𝔬 𝔰𝔢𝔞 𝔪𝔦́𝔬  ••𝗄𝗈𝗈𝗄𝗆𝗂𝗇••Donde viven las historias. Descúbrelo ahora