- Epílogo cinco -

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Con RM no podía fingir y de hacerlo habría sido en vano, pues su inteligencia y sagacidad no le permitían pasar desapercibidos los detalles. Además de que conocía la historia de Jimin desde el mismo comienzo. No como la figura pública de rostro armonioso y carácter a veces amable, otras muchas aplastante, sino como el ser humano dañado y vulnerable que era, carente de cualquier posibilidad ínfima de sentirse complementado y querido.

De esa misma forma notó la premura de Jimin por emborracharse y perder la consciencia. No podía decir cuánto dolor estaba sintiendo porque jamás sería capaz de entender esa parte de su vida, a pesar de que los especialistas le hubieran explicado en varias ocasiones, que ese dolor podía comprarse incluso al de la pérdida física de un ser querido.

Hablaron animadamente durante tres horas y cuando empezó a anochecer RM no dejaba de preocuparse por lo delicado que se había vuelto otra vez el estado de Jimin. Temía otra tentativa de suicidio y por eso intentaba minimizar las cosas cada vez que Jimin sacaba el tema, pero sabía en el fondo que algo como lo que había vivido no podría superarse fácilmente, ni con veinte loqueros dispuestos a curarlo.

La visita de RM se extendió dos semanas más, hasta que Jimin se sintió recuperado. Permaneció a su lado durmiendo unas veces en el sofá, otras en el dormitorio al lado del de Jimin. Siempre con la exigencia de dejar la puerta de su habitación abierta, de manera que pudiera echarle un ojo de vez en cuando.

Jimin poco a poco fue volviendo a su rutina diaria de levantarse correr a las 5:00am. RM de mala gana y congelado hasta los huesos, hacía a empujones el mismo recorrido de diez kilómetros. Hasta que su estómago se acostumbró después de una semana y pudo seguirle el ritmo a Jimin, estuvo vomitando las bilis después de cada carrera.

Probaron de cuanta comida encontraron en todos los restaurantes de los alrededores. RM se hizo amigo de todos los bármanes. Tenía una facilidad para engatusar a la gente y sacarle tragos gratis, actitud que hacía sentir a Jimin avergonzado.


Hizo el pago en la librería y salió de allí pasando por delante de una cafetería de la que se desprendía un agradable olor a café recién hecho. Jimin se volteó hipnotizado y siguiendo el rastro fue a dar a una mesa a la orilla de la ventana. Ordenó un americano, el que tomaba Jungkook, y una porción de pastel de frutas del que estaba en exhibición. Tomó nota mental de que había suficientes calorías como para ayunar durante tres días. Se acomodó en el asiento y abrió el libro en la primera página.

"Cuando sea mío"

Dedicatoria

A la memoria de Jeon Jungkook (1997-2041) amado padre y esposo.

Appa: hago realidad tu sueño dos años después de tu partida.

La satisfacción de haber logrado esta meta por ti, hace que mi madre y yo nos hayamos unidos más y a pesar de sentir tu ausencia cada día hemos encontrado la fuerza para completar tu deseo de publicar esta autobiografía. Sé que te sentirías orgulloso de lo que hemos logrado juntos y de mí.
Seré un hijo amoroso con madre y la cuidaré bien, tú sólo descansa en paz.

Jimin dejó caer al suelo la cuchara que revolvía el café quedando en total parálisis. Pudo sentir los latidos de su corazón acelerarse, seguido de una sensación de caída al vacío como en una pesadilla. La inminente pérdida de la consciencia lo hizo levantarse de la silla y dar unos pasos torpes hacia la puerta de salida en busca de aire. Se palmeó el pecho en un intento desesperado por respirar hasta que uno de los meseros vio la escena y se acercó atontado con un vaso con agua pensando que Jimin se estaría atragantando. Lo tomó de la mano y comenzó a palmearle la espalda, bien conocida técnica utilizada de primeros auxilios para estos casos. Esto logró un poco neutralizar la hiperventilación hasta que recobrando un poco el control logró articular palabra y decirle que ya estaba mejor, que podía respirar.

Los presentes quedaron fuera de onda con el inesperado evento y poco a poco recuperándose de la sorpresa uno de ellos preguntó si llamaba a una ambulancia, a lo que Jimin respondió con un gesto negativo de la mano y pidió que de favor le llamaran un taxi. Mandaría por su auto al día siguiente.

"No quiero ir a mi casa. —pensó mientras se acomodaba en el asiento trasero del automóvil que iniciaba el viaje al destino indicado— No quiero estar solo".

Fue todo el trayecto con el libro en la mano sin ser capaz de ojear una página más. Siguió palpando con la yema de los dedos una y otra vez la dedicatoria, pensando si no sería todo aquello una mera coincidencia. Quizás RM hubiera tenido una confusión con los nombres pues había muchos Jeon. Podría no tratarse de él. Además, el Jungkook que él conoció sabía a penas leer imagínese escribir. Un último detalle y el más doloroso es que decía "amado padre y esposo".

—Mi alma quedó en esa cabaña, mi amor, mi vida entera ¿cómo es que él pudo seguir? Al hospital por favor. —murmuró al taxista.

— ¿Perdone?

—Al Hospital General.

El taxista disimuló una sonrisa y giró en sentido contrario.




...and lived together forever.

ℭ𝔲𝔞𝔫𝔡𝔬 𝔰𝔢𝔞 𝔪𝔦́𝔬  ••𝗄𝗈𝗈𝗄𝗆𝗂𝗇••Donde viven las historias. Descúbrelo ahora