- 05 -

2K 241 33
                                    






Durante el regreso no cruzaron palabra en el camino, hasta que Jungkook pidió bajarse dos cuadras antes de la agencia para llegar caminando como todos los días. Tenía suficiente con todos sus asuntos, como para empezar a llamar la atención de gente que no había reparado en él antes.


En cuatro días más comenzaban las audiciones para los nuevos integrantes de la compañía. Se ofertaban dos plazas cada año, por lo que la competencia estaba reñida. Formarían parte de la agencia en general como aprendices y más adelante, en la medida de su desempeño, se integrarían al grupo principal.

En dos meses exactos iniciaba el festival anual de danza contemporánea con sede en Seoul.

Jimin tenía seis meses de arduos y constantes ensayos en la coreografía con la que debutaría como coreógrafo. Debía redoblar esfuerzos al encontrarse tan cerca la fecha. La participación de bailarines de ocho países del continente asiático le daba un poco de presión. Los japoneses eran una piedra en el zapato de cualquier coreano.

A Jimin le ponían un "ala", como le llamaban a ese aprendiz que debía permanecer al lado de su instructor hasta que fuera elegido como bailarín. Debía entrenarlo y a final de año la compañía realizaba una evaluación para decidir su lugar.

El año presente se rehusó a aceptar tal proyecto. Había hablado con el CEO sobre la necesidad de ser liberado de esa responsabilidad, que constituía más un show para dar de qué hablar a los medios. Su tiempo de ensayo estaba limitado y temía no rendir lo suficiente en el escenario debido a la falta de práctica.

Lo cierto era que estaba realmente agotado de todo, menos del baile. Había hecho el gran esfuerzo por mantenerse estable dentro de la compañía y no darle dolores de cabeza a Seokjin, pero no aguantaría berrinches de nadie.

Menos de los niños que iban obligados por padres que podían pagar la matrícula y que no conocían el valor del baile. Otros audicionaban por el mero hecho de conocer a los bailarines que salían en la televisión y publicar en sus redes sociales cuanto paso daban dentro de la agencia.

Él había tenido que luchar a muerte contra un padre abusivo y trabajar los fines de semana a escondidas para pagarse las primeras clases, hasta que Seokjin lo encontró. Por eso apreciaba a la gente que se esforzaba.

Los recuerdos que tenía de la niñez eran amargos en su mayoría. La madre con un carácter bastante difícil, pero que siempre lo apoyó en todo lo que significara llevarle la contraria a su marido. Un tipo lleno de prejuicios, que hizo de todo para impedir que Jimin eligiera el baile como profesión.

Los castigos menos severos que recibió en esa época en que se reveló debido al baile ifueron unos cuantos puñetazos en la cara, porque a decir verdad el favorito de su padre siempre fue el pozo. En esa época su familia vivía en un barrio rural sin agua potable y casi cada habitante tenía uno en su patio.

Las casas eran de madera y en malas condiciones casi en su totalidad, con bajo voltaje en la electricidad, hecho que provocaba uno que otro incendio en los cables del tendido al menos una vez por año.

Con el rápido crecimiento que experimentó el país en cuanto a población y los grandes avances de la tecnología, en pocos años el pueblito quedó dentro de los límites de una gran ciudad construida desde los cimientos. Debido a las historias aterradoras que se contaban sobre el fantasma que lloraba en el pozo, la gente se fue mudando de allí y el terreno quedó abandonado. Fue cercado en sus alrededores como un campo minado.

Park Chul, el padre de Jimin lo ataba con una cuerda de la cintura y lo bajaba hasta la mitad del pozo como castigo. Si lo escuchaba llorar o llamar el nombre de su madre, lo bajaba hasta al fondo, donde debía agarrarse a las paredes para mantenerse a flote.

ℭ𝔲𝔞𝔫𝔡𝔬 𝔰𝔢𝔞 𝔪𝔦́𝔬  ••𝗄𝗈𝗈𝗄𝗆𝗂𝗇••Donde viven las historias. Descúbrelo ahora