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Jimin esperaba listo y vestido con un abrigo de Jungkook que lo cubría casi completo y la capucha que se le rodaba hasta taparle los ojos. Aún no habían tenido oportunidad de ir de compras. Tenía una mochila arreglada con comida que había preparado desde el día anterior y cervezas.

—Levántate, dijiste que hoy iríamos al faro. —sacudió a Jungkook que aún dormía profundamente— Ya no está lloviendo.

Jungkook lo miró aturdido. Salió de su improvisada cama, caminó hasta el baño y de allí arrancó el auto sin protestar. A pesar de que estaba hambriento y cansado, condujo a donde Jimin lo guio, quien al parecer había entendido de golpe cómo era que debía hacer las cosas a partir de ese momento.

Podía lograr lo que fuera de aquella persona que se arriesgaba cada día para mantenerlo a salvo. Debía darle sólo un poco de afecto. Llegado el momento podría incluso pedirle que se confesara culpable y lo haría.

El faro ciertamente estaba ahí. No se habían equivocado los mapas, pero estaba protegido por una reja de malla de cerca de dos metros de alto. Apearon del auto y Jimin le dio la mochila a Jungkook, de eso también se encargaría él, de los trabajos pesados.

Encontró una entrada bloqueada con candado. La luz del faro era brillante y bonita en la noche, aunque encontró una pérdida de tiempo haber pasado frío para llegar a donde no había nada que ver. La verdad es que era una construcción vieja con las paredes carcomidas y alrededor no había nada más que matojos y arrecifes. La brisa helada proveniente del mar le congeló la nariz descubierta y pensó que cerveza quizás no había sido la mejor de las opciones, aunque los vikingos se la bebían a unos cuantos grados bajo cero. 

—Mejor nos quedamos de este lado. —opinó Jungkook— Que si está cerrado por algo será.

—¿Desde cuándo sigues esa lógica? No llegué hasta aquí para quedarme afuera. Quiero subir a mirar.

—Está bien. —accedió Jungkook con resignación, creyendo que el camino más corto era decir que sí a la primera— Buscaré otra entrada.

Jimin sonrió satisfecho al ver lo obediente que se había vuelto con sólo dormir juntos un rato. Echó a andar detrás de él fingiendo disfrutar del paisaje para no dejar entreverle ver su sonrisa de orgullo.

La entrada que buscaban nunca fue encontrada. Jungkook levantó un tramo de la malla del suelo y entraron ambos por el agujero. Después de mirar en los alrededores y no ver nada que mereciera su atención Jimin se sentó en el piso de concreto que formaba un círculo alrededor de la construcción. La escalera de hierro oxidado estaba bloqueada con alambre de púas. Sacó una cerveza para cada uno y la bebió hasta la mitad. Jungkook se sentó a su lado.

—¿Que has traído para comer que no sea cerveza? Tengo sed, pero también estoy hambriento. —preguntó Jungkook metiendo la mano en la mochila hasta el fondo.

—Sopa. —respondió Jimin.

—¿Sólo sopa? —resopló Jungkook incrédulo— ¿De dónde sacas que se toma cerveza con sopa? ¿O que se toma sopa para el desayuno?

—No quedó nada más de ayer y no sé hacer mucho más. Si no te gusta no comas. —respondió Jimin insolente y atinó a sacarle la mano de la mochila.

—Dame, me la comeré de igual forma. —dijo con resignación.

— ¿Esa cabaña donde vivimos de quién es? —preguntó Jimin mientras vaciaba la mitad del contenido en un cuenco para Jungkook.

—Mía. —respondió Jungkook después de pensarlo unos segundos.

—¡Dijiste que era de tus padres! —saltó como una fiera Jimin ante la divergencia en ambas respuestas.

ℭ𝔲𝔞𝔫𝔡𝔬 𝔰𝔢𝔞 𝔪𝔦́𝔬  ••𝗄𝗈𝗈𝗄𝗆𝗂𝗇••Donde viven las historias. Descúbrelo ahora