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RM tenía su arma descargada sobre el escritorio y jugaba con una bala dándole vueltas en círculos sobre una hoja de papel llena de anotaciones sobre el caso. Habían transcurrido dos años, once meses y veintinueve días desde la desaparición de un bailarín y una chica extranjera de la habitación de un hotel. Se les había declarado oficialmente muertos, a pesar de que los cadáveres de ninguno de ellos apareció.

La investigación había sido un callejón sin salidas desde el principio: pistas falsas, personas que afirmaron haberlos visto salir juntos, otros que afirmaban nunca antes los vieron. Empleados que describían a dos personas diferentes con igual vestimenta. Un enredo que la policía optó por dejarlo en manos del tiempo. Así que sin la presión de la prensa, el caso Park Jimin quedó relegado al final del cajón.

Lisa entró en la oficina y RM guardó el arma en un cajón para darle atención. Se sentó en su regazo y le acarició el cabello mirando hacia la hoja donde descansaba la bala.

—¿No has dormido nada otra vez? —preguntó y
RM sólo asintió— ¿Qué sucede? ¿Aun no encuentras al chico de la manifestación? ¿Por qué te has obsesionado tanto con él?

RM volvió a asentir y esquivó las caricias de su esposa. Se levantó de la silla y comenzó a dar vueltas por la habitación. Lisa tomó su lugar en el escritorio.

—Es un presentimiento, porque no tengo una maldita evidencia. Sólo siento que tiene algo que ver. Estuvo ahí la noche en que Park desapareció, trabajaba con él desde hacía cinco años y fue el único empleado en pedir la renuncia después de su desaparición. Cuando fui a visitar el puerto no se presentó más a trabajar y desapareció de la nada. Son demasiadas coincidencias.

RM dio más vueltas en la habitación mientras le explicaba a Lisa todos los pormenores del caso que ya conocía de sobrado. Lisa se puso de pie y sacó el celular del bolsillo de su bata de baño.

—Ten. Es lo último que hago por ti. Encontré este video en internet hace dos días, pero dudé en mostrártelo. No quería que te volvieras a obsesionar con lo mismo, pero veo que no hay un avance.

—¿Qué? ¿Qué es? —preguntó RM tomando el móvil en la mano. No entendía qué quería decirle Lisa con aquel discurso. ¿Acaso iban a divorciarse?

—Anduvo circulando en internet hace unos meses. Fue grabado en la villa del puerto a dónde fuiste hace un año. Es un festival de la cerveza que celebran allá. —recalcó ella.

—¿Estás segura? —preguntó RM paralizado con los ojos fijos en el video.

—Se parece bastante a tu bailarín. —agregó ella sin expresión en la voz.

—¡Lisa, es Jimin! ¡Está vivo! —gritó el detective sin despegar los ojos del aparato— ¡Tiene el cabello oscuro y largo, pero es él! ¡Maldita sea! ¿Cómo es que encuentras esto y no me lo muestras?

—Namjoon, se parece a Park Jimin. —subrayó ella ante la posibilidad de que se tratara de otra persona. Conocía a su esposo como para saber que era mejor no crearle falsas expectativas— No afirmes nada antes de comprobarlo. No necesito una crisis más. Quiero a mi marido de vuelta.

—Eres tú que no sueltas este aparato. —agregó el detective inquisitivo. Se puso la chaqueta con prisa. Le dio un beso en los labios a su esposa y salió de la casa haciendo caso omiso a todas sus advertencias.

—¿No vas a desayunar? ¡Hey! ¡Anoche no te bañaste! ¡No creas que no me doy cuenta!

—¡Te amo! —gritó RM desde la puerta— ¡Deséame suerte esta vez!

RM condujo durante tres horas seguidas hasta la villa donde se celebraba cada año el festival de la cerveza. Se sentó en una cafetería al lado de la playa y ordenó un café americano con la mesera. Cuando la chica regresó con el pedido, RM sin perder más tiempo sacó el celular.

ℭ𝔲𝔞𝔫𝔡𝔬 𝔰𝔢𝔞 𝔪𝔦́𝔬  ••𝗄𝗈𝗈𝗄𝗆𝗂𝗇••Donde viven las historias. Descúbrelo ahora