Capítulo XXXVII : Fiesta de compromiso

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En voz de Darrell

La cena con los padres de Amelia no fue tan mala como pensé. Casi siempre fueron ellos los que hablaban, unas pocas veces yo intervenía. Pero mi padre parecía distante y extraño. Cuando llegamos al restaurante todo era normal, pero después cambió totalmente. Pensaba que se había enfermado del estómago o simplemente estaba cansado.

Amelia fue muy amable, no se apartaba de mi lado y siempre me estaba riendo. Realmente era muy linda. No parecía nada afectada por casarse con alguien quien apenas conocía. Parecía conforme con la decisión tomada por nuestros padres.

Yo por mi parte aceptaba el compromiso y el deber que conllevaba, pero no estaba muy feliz con ello. La chica era hermosa y muy amable, cualquiera se casaría con ella gustoso. Pero yo no me sentía cómodo sabiendo que me casaba sin amor.

En suma, tendría que asistir a una fiesta ostentosa para avisarle formalmente a la nobleza que la familia Rosewald y la familia Dreamgarden se unirían para formar una sola familia.

La madre de Amelia aseguró que asistirían muchos duques y miembros de la realeza. También aseguraron que invitarían a la Pilar Cristal por ser amiga de la familia y también a la tía de Amelia, Sabella Dreamgarden, Piar Flores. Me dieron unas cuantas invitaciones para que se las diera a mi capitán y a otras personas que yo quisiera invitar. Debido a todo lo que ocurría en toda la región, se decidió —o ellos decidieron— que la fiesta de compromiso sería en una semana. Para mí, mientras menos días transcurrieran, más rápido terminaría.

Ya avanzada la cena, hubo un momento que alcé la mirada y me encontré con que en una mesa algo cerca de la nuestra, estaba el general Haizea y el chico que me resultaba familiar. Parecían algo amistosos entre ellos y eso me generaba un raro escozor en la espalda. Era muy extraño.

El chico estaba muy bien vestido, muy diferente la vez que lo vi en Comondor con el uniforme del ejército. Pero aun así no terminaba de recordarlo. Justo cuando se estaban yendo, pareció voltear a mirar hacia nuestra mesa. Pensé que esa sería la oportunidad para mirarlo de frente. Sin embargo, su acción fue tan rápida que no me dio el tiempo para ver detalladamente su rostro.

Después de eso, solo me quedó escuchar las conversaciones de los adultos y quedarme con la intriga de saber quién era el chico. Aun cuando sabía su nombre y me repetía a mí mismo que no conocía a ningún Lewis, la sensación no desaparecía.

Luego de transcurrir una hora, más o menos, mi padre y yo nos retiramos del restaurante. Por suerte él fue quien habló y se disculpó por tener que dejarlos. Los Dreamgarden entendieron y nos desearon buenas noches. Seguidamente subimos a una carreta contratada por mi padre, para que nos llevaran al hotel donde se estaba quedando en Ipsy. Yo había pedido permiso en mi escuadrón para que me permitiesen pasar la noche fuera de Comondor.

—Papá, ¿ocurre algo? —indagué. Tardó un momento para regresar en sí. Realmente estaba muy raro.

—N-no, nada. Es solo que me llevé cierta sorpresa hoy —me confesó—. Pero no tienes que preocuparte, no es nada importante.

Sus palabras no me terminaban de convencer, pero decidí no seguir indagando al respecto.

—La señora Evelyn está muy entusiasmada con lo de la boda. Pero me parece una exageración que para esa fiesta inviten a toda esa gente —le aseguré.

—Tienes que entender que así son ellos. No me sorprendería si llegan a invitar al rey la boda. Dudo que él vaya, pero ella le diría a todo el mundo que al menos lo invitó —me miró fijamente—. Sé que esto es difícil para ti. Yo tuve la oportunidad de elegir con quien casarme, y esa fue con tu madre. Pero también me vi forzado a aceptar el compromiso con tu tía Lorraine. Aunque no lo creas, no fue tan malo el matrimonio con ella. A pesar de tener un carácter algo fuerte.

Crónica de los magosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora