Capítulo XXIII : Roto

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Desesperación era lo único que mis ojos alcanzaban a ver. Impotencia lo que mi corazón sentía con cada latido. Y razones para odiar lo que resonaba con claridad en mi mente.

Siempre había pensado todo el mundo poseía un lado bueno. Pero la realidad de abofeteó con fuerza para que entrara en razón y dejara de pensar así. Esa sociedad a la que mendigaba un poco de afecto, no era más que un cadáver andante que contaminaba todo a su paso. Ahora entendía las cosas que Darrell decía. La mayoría no era más que vestigios de personas que solo son movidas por la avaricia y la envidia. Disfrutan del dolor del otro y desprecian a sus similares por considerarlos de valor inferior. No son más que escorias.

Aun, cuando enterraba los cuerpos de mi tío y su esposa, deseaba que todo fuera un mal sueño del que tarde o temprano despertaría. Pero era consciente que todo era real. El dolor en el pecho, lo amargo en mi boca, el odio en mí ser. Todo estaba ahí y no desaparecería rápido.

Mi único motivo para no rendirme a la desesperación, eran mis amigos. Ellos estaban igual, o más afectados que yo, la alegría se había desvanecido de aquellos normalmente alegres. Dante era uno de ellos. No solo había perdido a gente importante y querida para él, sino que también había visto con impotencia como se llevaban al amor de su vida.

Aunque los días pasaran, el dolor se acrecentaba, junto al hambre y el cansancio de andar vagando sin hogar ni rumbo.

La academia se destruyó hasta las cenizas. No quedó nada salvable de ese sitio. Lo único que quedó fue la carreta. Que no estaba al alcance de los ataques de esos soldados.

Las noches eran más oscuras y frías en la intemperie del bosque. Ni con las llamas melancólicas de Danna nos podíamos calentar. El panorama para nosotros estaba cada vez más lóbrego.

Luego de andar por horas, llegamos a Ur. Pero el rumor de lo ocurrido en nuestra casa llego hasta ellos con más velocidad que nosotros. La verdad había sido tergiversada en nuestra contra. La gente no quería tener nada que ver con nosotros. Parecía que habían olvidado que tiempo atrás, mi tío los había ayudado cuando la guardia no lo hizo. Habían olvidado los trabajos que hicieron mis amigos por proteger la región de los malhechores. Habían olvidado las veces que necesitaron de nosotros y los apoyamos en lo que podíamos. Todo eso se desvaneció, como si nunca hubiese ocurrido.

La única muestra de amabilidad que recibimos, fue una pequeña bolsa de víveres dada por el señor que conocí el día que llegué con mi tío. Él fue el único que pareció no olvidar todo lo que mi tío había hecho por la región. Aunque igual se le veía temeroso al ir en contra de las órdenes de Semion Spiegel de no ayudar a los traidores, ósea nosotros.

Con esas pocas cosas partimos hacia la Región Sur, a las tierras del ducado Ampere para buscar al padre de Tom y explicarle la situación. Aunque seguramente ya estaba enterado.

Las noticias que escuchamos fue que efectivamente todos los duques de la Región Sur finalmente se rebelaron en contra de la corona y querían formar una nación autónoma y desvinculada con el actual rey. El ejercito se movilizó hacía las fronteras de las otras regiones circundantes con el fin de evitar la expansión de la nación del norte y buscar la manera de revertir esa situación. Aunque estos poseían gran cantidad de magos leales a ellos y los habitantes de allí parecían apoyar la decisión.

Eso complicaba mucho nuestro viaje hacia la Región Sur. Para el ejercito sería muy fácil pensar que somos posibles traidores al saber que nuestro destino era el ducado Ampere. Posiblemente seríamos arrestados y condenados.

Aunque las noches en el suelo me ayudaban a maquinar distintas ideas de cómo llegar a nuestro destino y pasearnos dentro del reino sin levantar sospechas. Pero tenía que consultarlas con todos.

Crónica de los magosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora