Capítulo LII : Mente caótica

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En voz de Darrell

Inmediatamente comencé a llevar a cabo mi plan. No tuve tiempo de explicarle a los demás, así que les pareció confuso cuando me quedé inmóvil en medio de ataques desenfrenados.

Magia de Espadas: Bothan —saqué mi espada que rasgaba el espacio para absorber hechizos.

Inmediatamente desgarré el tejido del espacio de ese lugar y tal como me lo imaginé, el mundo comenzó a ser absorbido por la ranura que hice con la espada. Grité en mi interior cuando vi que mi plan estaba funcionando, a pesar de las posibilidades de fracaso.

En un abrir y cerrar de ojos, estábamos en el salón nuevamente. Zack también estaba allí, etéreo e inmutable. A pesar de no mostrar ninguna emoción, el poder negativo se estaba haciendo más y más intenso.

—Odio —volvió a susurrar. Después de eso se elevó del suelo y comenzó a acumular poder alrededor de él.

Nunca había sentido algo así. Era una abominable cantidad de magia oscura. Una gran parte provenía de un dije bajo su cuello. Eso y sumando el poder que ganó al transformarse en un mago maldito, tenía el potencial de arrasar con Ipsy con una explosión catastrófica. Tal parecía que ese era el plan.

—¡No lo hagas, Zack! —le grité. Pero como era de esperarse, no hubo respuesta.

—¡Vamos a hacerlo! —gritó el chico de las brújulas. Luego todos corrieron a gran velocidad para rodear a Zack. No comprendí en ese momento cual era su plan.

De repente algo colgando en sus cuellos se iluminó, seguido de una intensa cantidad de poder mágico. Por lo que veía, habían estado acumulando magia dentro de esos collares desde hacía mucho tiempo. Todos rodearon a Zack, formando un hexágono. Luego, toda esa magia se combinó y envolvió a Zack. Parecía que la intención de ellos era sellar ese poder y evitar que Zack se inmolara y lo destruyera todo.

Magia de Sellado combinado: Atadura del sexteto —pronunciaron todos a la vez, al mismo tiempo que sus poderes eran drenados por la invocación de ese hechizo descomunal.

A pesar de ser un colosal poder, el sellado de los chicos contuvo la inminente destrucción y por fin atraparon a Zack con cadenas doradas de magia pura.

Una vez en el suelo, todos los chicos cayeron sobre sus rodillas, agotados por el uso de ese hechizo. Yo me acerqué rápidamente hasta ellos. El chico con el reloj en el ojo sangraba por éste y los demás jadeaban y temblaban por el agotamiento.

—H-háblale —balbuceó uno de ello. Sin dudarlo ni un segundo me acerqué hasta él.

—Zack... por favor, regresa —le dije en un susurro. Pero no hubo ningún gesto de su parte. Esos ojos negros eran tan profundos como inertes.

—Debe estar muy adentro —habló el hermano. Se notaba lo agotado que estaba, pero aun así sacó fuerzas para acercarse hasta nosotros y luego preparar un hechizo—. No puedo manipular su mente desde aquí y aunque pudiera, no tengo el poder suficiente. En este momento puedo activar un único hechizo. Es la única posibilidad que hay.

—¿De qué trata?

—Puedo transferir tu conciencia en de la mente de Zack —explicó—. Es algo peligroso y no estoy seguro de que funcione. Pero es lo único que se me ocurre y no hay tiempo de pensar otro plan. En cualquier momento el sello se romperá y quien sabe lo que nos pase.

No había ninguna duda. Era mi oportunidad de hacer algo por él que realmente valiera la pena. Aun cuando conseguir el éxito fuese muy poco probable, sería peor no intentarlo y morir sin saber si hubiese funcionado o no.

Crónica de los magosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora