Capítulo XIV: Obsequio

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A medida que los días transcurrían, me sentía cada vez más cómodo con la nueva vida que estaba teniendo.

Poco a poco fui perdiendo la timidez y me abrí a los chicos. Me sentía extraño tener cerca a chicos de mi edad y poder llamarlos amigos. Como me consideraban un intruso, siempre fui tratado como alguien de poco valor. Siempre era el objeto de las burlas y eso se transformó en una rutina.

Pero estos chicos me aceptaron aun cuando ni siquiera había dicho en que era bueno. No parecía importarles si era fuerte o débil, ni tampoco de que estatus social provenía. Simplemente se fijaban en mi forma de ser.

Con mi hermano fue un asunto muy aparte. Luego de una deliciosa cena preparada por Lilian, la esposa de mi tío Evan, él y yo estuvimos hablando a solas, durante horas y horas.

Intercambiábamos vivencias, alegrías y tristezas. El tema de nuestros padres era bastante delicado para ambos y más ahora que esos antiguos sentimientos salieron de nuevo a flote. Pero no fue tan malo recordar lo ocurrido, sirvió como un punto de inicio para nuestra nueva relación.

A partir de ese momento se volvió muy atento conmigo. Siempre estaba al pendiente de todo lo que me pasaba y periódicamente preguntaba si estaba cómodo. La verdad es que no podría estar mejor. La amabilidad y el afecto se podían percibir en todos lados.

Pero en mis momentos de soledad sin querer pensaba en Darrell. ¿Qué estaría haciendo en ese momento? ¿Pensaría en mí? Solo los dioses podían saberlo. De lo único que estaba seguro, era en lo que pasaría con él. Dentro de unos meses, sería de otra persona y junto a ella creará las bases para un hogar y una familia. Era doloroso no ser esa persona, pero así lo quiso el destino.

—Hola Zack, ¿estás ocupado? —preguntó Gasper al verme. Parecía que me había estado buscando.

—No, ¿necesitas algo?

—¿Puedes ayudarme con un experimento? —pidió, a lo que yo asentí.

Él me guió hacia el tercer piso de la casa. Si mal no recordaba, allí estaba un laboratorio que solo utilizaba él. Nunca había entrado, así que tenía curiosidad de saber que había dentro. Tal vez había algún animal disecado u órganos en jarras. El chico no parecía ser un doctor loco, pero en vista que solo el entraba a ese sitio, daba rienda suelta a la imaginación.

—Tu magia es increíble y cómo puedes usar todos los elementos, quiero ver cuánto puede resistir un instrumento mágico que acabo de construir —dijo antes de entrar.

El laboratorio no era ni sombrío, ni tampoco tenía las cosas que había imaginado. No había ningún órgano en una jarra ni nada parecido. Parecía más un taller mecánico. Había llaves, tornillos, tubos y grasa por todas partes, excepto en una mesa que había en el medio del salón. Solo habían pálpeles con garabatos y anotaciones.

El chico se apresuró a buscar algo en un gabinete, luego apareció ante mí con una extraña cosa. Eran un montón de piezas distintas unidas para formar eso. Lo principal era un cilindro hueco y delgado, más corto que mi brazo. Estaba unido a un trozo de madera tallado con la forma de empuñadura de una espada, y en la unión de ésta pieza con el resto del tubo había una especie de gatillo. Era una cosa muy extraña.

—¿Qué cosa es esta? —pregunté.

—Aun no he pensado en un nombre —aseguro, restándole importancia—. Es un regalo para Danna, ya que mañana es su cumpleaños. Quería regalarle algo práctico y que de seguro utilizará.

Le miré incrédulo. No estaba muy seguro que ella usaría una cosa tan rara. Además que aun no sabía para que servía.

—¿Qué se supone que deba hacer?

Crónica de los magosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora