El trayecto de regreso a la academia fue bastante lento, en comparación a la salida en la mañana. Pese a las quejas de mis compañeros, mi tío decidió ir así para no causarle incomodidad a Elijah, aunque éste insistió varias veces que estaba ya bien. Pero era mejor así, lento y seguro. Tan tranquilo que Samuel terminó dormido.
Los hechos que acababan de ocurrir aun estaban rondando en mi cabeza. La adrenalina y la emoción todavía corrían por mis venas. Deseaba aprender mucho más sobre mi magia y mejorarla.
Los hechizos que había copiado me servirían más adelante. Además que si seguía participando en esas misiones, podría encontrarme con magias raras que me serían muy útiles.
Inclusive pensaba en imitar la magia de Darrell. Si pudiera tan solo usar esos hechizos, no habría necesidad de copiar otros hechizos. Me quedaría únicamente con ellos. Además que así me sentiría más cerca de él, aunque estuviese muy lejos de mi alcance.
La idea de pasarme por la mansión Rosewald tanteaba mi mente en ciertas ocasiones. Luego de vivir con ellos tanto tiempo, no era de extrañar que me sintiese así. Los extrañaba mucho.
Pero luego recordaba mi papel en ese lugar y las cosas que me atormentaron, y aun me atormentan en mis momentos de soledad. Aun me dolía pensar en esos últimos momentos que pasé con mi querido Darrell. Mi corazón roto y lastimado tardaría en sanar, y estaba seguro que aunque pasaran los años, quedarían las cicatrices eternas.
Sin embargo, estaba consciente que tarde o temprano tendría estar frente a frente a Darrell y Amelia, casados. Eso no era algo que cambiaría con unos días de ausencia. Ya el destino había hablado.
—Zack... ¡Oye Zack, responde! —escuche de repente.
—O-oh, lo siento. Estaba pensando —me disculpé con el pintor.
—Me doy cuenta —se burló—. Te pregunté sobre los hechizos que aprendiste.
—Hubieron pocos que me llamaran la atención. Pero si me quedé con algunos que nos podrían ser de utilidad. Como ese hechizo de ocultación de Magia de Neblina —les comenté.
—Tienesh razón —balbuceó Tom, mientras masticaba un trozo de manzana—. De sheguro será muy útil.
—Todos ellos estaban muy sorprendidos cuando te vieron usar varios elementos. Nunca se imaginaron que existiera una magia así —comentó Danna.
—Eso es cierto, seguro pensaron que eras algo así como un hechicero supremo capaz de usar cualquier elemento que quisiera —aseguró Jack.
Aunque me gustaba que me elogiara con sus comentarios sobre mi magia. Había algo que me preocupaba.
—¿Ocurre algo? —indagó mi hermano.
—Es que... no me parece muy seguro mostrarles a todo el mundo mis habilidades. Digo... me gusta que reconozcan mis habilidades, antes todo el mundo se burlaba de mí por no poseer ningún talento. Pero mientras más lo pienso, creo que es mejor usar hechizos de un solo atributo durante las misiones. Así no llamaría tanto la atención y sería menos riesgoso.
A decir verdad, me preocupaba que los rumores sobre mis habilidades lleguen a los oídos equivocados y todos terminen en peligro por mí. En todas partes existían personas poderosas y avariciosas que, por poseer a un mago hábil, son capaces de hacer cualquier cosa. Eso nos lo había comentado el señor Eugene, cuando vio el potencial de Darrell. Le pidió que mientras fuese joven e inexperto, usara su magia con mucha prudencia. Ese consejo también pudiera hacerlo mío.
Todos parecieron pensativos con lo que dije. No entendían totalmente mis palabras, pero al menos eran convincentes para ser tomadas en cuenta.
—Estoy de acuerdo —intervino mi tío, mientras hacia un gesto reflexivo—. Hay personas poderosas que reclutan jóvenes que muestran mucho potencial. Se aprovechan de cualquier cosa para convencerlos y terminan como sus esclavos. Hay varios duques y otros aristócratas que hacen eso. El hecho de tener un sirviente poderoso no es ilegal en sí, pero a veces recurren a métodos bastantes cuestionables para convencerlos. Desde promesas increíbles, hasta amenazas a familiares.
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Crónica de los magos
FantasiaEn un mundo donde la magia define quien eres, aquellos que no corren con la suerte de ser bendecidos con poder, terminan en la parte más baja, junto a la suciedad de una sociedad decadente. Solo ser un huérfano foráneo en una familia noble ya lo hac...