Luego de darme una buena ducha, me recosté un momento par a reposar un poco del largo y agotador viaje.
La ducha me había aliviado mucho. Tenía la mente más calmada y menos nerviosa. Pero sentía mucho sueño.
Cerré los ojos por unos segundos para descansar la vista. Pero al poco tiempo sentí una presencia cerca de mí.
La vista la tenía turbada debido a que abrí los ojos de forma repentina. Así que en un primer momento solo vi una silueta negra y alta. Estrujé mis ojos para aclararlos y enfoqué mejor la visión.
Solté un grito desde el fondo de mi ser al ver que esa silueta poseía una cara deforme con ojos saltones y colmillos gigantes.
Sin pensarlo mucho saqué mi grimorio y las páginas se movieron hasta el hechizo que quería. No sabía lo que era esa cosa y tampoco lo quería averiguar.
—Magia de...
—¡Oye, oye cálmate! —rápidamente esa cosa habló. La voz era de un chico—. Vaya, no pensé que alguien reaccionaría así. Pensé que Danna sería la única que en vez de huir atacaría.
—¡¿Q-quien eres?! —pregunté.
La persona se quitó lo que era una máscara horrible. Y lo negro que parecía la mortaja de un espectro se desvaneció. Definitivamente era un chico, lo reconocí por la fotografía, aunque no recordaba cual era su nombre. Por lo que hizo, debía ser el bromista. Era muy blanco y su cabello muy negro, al igual que su vestimenta. Debido a la insuficiente luz, no podía apreciar bien sus ojos, pero parecían ser también oscuros.
—Me llamo Samuel —me dijo, luego extendió su mano. Yo solo me le quedé mirando, luego lo miré a él con molestia. El rió nervioso—. Vale, lo siento. Pero sentí la tentación de hacerte una broma cuando te vi acostado en mi cama.
—¿Esta es tu cama? —pregunté. Él asintió—. Disculpa por no pedir permiso.
—No te preocupes. Con el susto que te di, ya fue suficiente —me sentí tentado a lanzarle uno de mis nuevos hechizos—. ¿Cómo te llamas?
—Zack.
Me levanté para ir a donde estaba el tío Evan. Quería saber si ya mi hermano había llegado.
Sin dame cuenta tenia al chico muy cerca de mí. Me estaba examinando de pies a cabeza, como si estuviera viendo una novedad o algo así. Me sentí muy incomodo.
—¿Vas a quedarte aquí? —preguntó él.
—Sí —dije con desgana.
—Tienes aspecto de aristócrata. Seguro que eres el hijo de alguien importante, como Tom —sugirió—. Es raro que alguien de tu estatus venga hasta aquí ¿No te molesta estar con la plebe?
—Para nada, considero que todos somos iguales. Y no soy hijo de ningún aristócrata. Solo vivía con alguien de la alta sociedad —expliqué sin dar muchos detalles. No conocía a ese chico aun, así que era mejor esperar a tener más confianza.
—Entiendo. Yo he vivido muchos años aquí —declaró.
Cuando por fin llegamos a la planta baja, había un par de chicos junto a mi tío Evan. Parecían alegres por su llegada.
—Veo que ya conociste a Samuel —dijo él. Al ver mi expresión algo molesta miró al chico de negro—. Seguro que ya hiciste de las tuyas.
Samuel rió—. No lo pude evitar.
Su forma de reír era algo graciosa. Quise reír igual, pero no podía hacerlo aun para que creyera que aun seguía molesto por su broma de mal gusto.
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Crónica de los magos
FantasíaEn un mundo donde la magia define quien eres, aquellos que no corren con la suerte de ser bendecidos con poder, terminan en la parte más baja, junto a la suciedad de una sociedad decadente. Solo ser un huérfano foráneo en una familia noble ya lo hac...