Me esperaba cualquier otra visita, menos la suya. No pude evitar mostrar desconcierto con su visita repentina y desprovista de motivos que yo pudiera explicar.
—D-disculpa que venga a tu habitación, es que me pareció que estabas un poco raro en el salón y pues... quería saber si te pasaba algo —dijo con ese tono dulce y amigable con el que siempre hablaba.
—No te preocupes, estoy bien —le aseguré. La invité a pasar a mi habitación. Aunque ella solo dio un par de pasos dentro.
—¿De verdad? —me miró fijamente—. Disculpa si parezco entrometida, es que tú eres como un hermano para Darrell y pues... como seré su esposa, también serás como uno para mí —tal vez eran ideas mías, pero me pareció que había recalcado la palabra esposa cuando la dijo.
—Gracias por preocuparte, es muy bonito de tu parte —le dije.
Dio media vuelta, dispuesta a irse ya. Pero repentinamente se giró hacia mí y me lanzó una mirada extraña. Parecía una mezcla de desprecio y burla. Incluso su aura dulce y cálida desapareció por completo.
—De veras que eres patético —escupió sin titubeos—. Aun cuando es obvio lo que estas sintiendo, te empeñas a aparentar lo contrario.
—¿P-pero que...
—No eres más que un desecho que se enamoró de alguien que está demasiado alto como para siquiera imaginar alcanzarlo —abrí mis ojos por la sorpresa. No era posible que supiera lo que yo sentía por Darrell—. ¿Te sorprende? Cuando estábamos en el jardín y les mostré mi habilidad, quedaron expuestos a mi hechizo. Mis hermosas flores son capaces de sentir las emociones de aquellos que tiene cerca y me transmiten esa información a mí —soltó una carcajada—. Tu corazón quedó totalmente expuesto y fue muy fácil darme cuenta lo que sentías por mi futuro esposo.
La chica dulce de antes había desaparecido. Lo que quedaba ahora era un ser despreciable. Ella era igual que yo, o mucho peor. Al menos yo tenía mis razones para mentir, ella en cambio no era más que una serpiente oculta entre las flores, dejando que cualquiera se acerque por la fragancia y atacar en el momento perfecto.
—¿Q-qué quieres ganar con esto? —pregunté, a duras penas pude vocalizar las palabras.
Volvió a reír—. ¿De verdad preguntas eso? Es por simple diversión. No hay nada más gracioso que ver a un ser tan patético como tu arrastrarse en el piso como un gusano. Pero es aun más gracioso sumando el hecho que eres una basura para la magia. Estoy segura que a mis amigos les encantara esto: "El sirviente bueno para nada enamorado en secreto de su guapo y prodigio amo". Sera una historia muy popular.
No comprendía cómo podían existir seres así, capaces de utilizar los sentimientos más puros de otros para su simple gozo personal. Era despreciable, no entendía como era capaz de hacer que las demás personas cayeran en su encanto y se creyeran totalmente esa fachada de dulce y tierna jovencita.
—¿Quieres saber algo más? —continuó sonriente al ver como estaba a punto de colapsar—. Darrell siente mucha atracción hacia mí. Cuando supo de nuestro compromiso sus ojos se iluminaron y aceptó sin titubear. Estoy segura que seremos muy felices. Mientras que tu quedaras renegado al lugar que te corresponde.
—Y-ya b-basta... —mi propia boca era incapaz de generar palabra alguna.
Chasqueó su lengua—. Que basura. Ni siquiera eres capaz de decir algo para defenderte —luego de eso abandonó el lugar.
Caí de rodillas, con el corazón aun más destrozado que antes.
Sus palabras retumbaban una y otra vez en mis oídos. La peor parte fue cuando aseguró que Darrell estaba enamorado de ella. Tal afirmación era el combustible perfecto para alimentar mi pena.
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Crónica de los magos
FantasyEn un mundo donde la magia define quien eres, aquellos que no corren con la suerte de ser bendecidos con poder, terminan en la parte más baja, junto a la suciedad de una sociedad decadente. Solo ser un huérfano foráneo en una familia noble ya lo hac...