El reino de Ivaria poseía nueve regiones, nombradas por los puntos Norte, Sur, Este, Oeste, Noreste, Noroeste, Sureste, Suroeste y Central. En esas regiones, las tierras eran compartidas a alrededor de tres o cuatro ducados.
Repartidas por el reino existían ciudades con características peculiares que las hacían destacar del resto. Avior, la capital, también llamada la Ciudad Flotante, comprendía una estructura que estaba suspendida en el aire a muchos metros sobre la superficie. En ella vivían los miembros de la realeza y personas muy ricas.
Bajo esta gran ciudadela estaba Abis, la Ciudad de Abismo, debido que está en la sombra de Avior, las noches son más oscuras y no recibe luz solar. Otra ciudad peculiar era Ione, capital de la Región Noroeste, debido a que siempre estaba sumida en un invierno perpetuo recibió el nombre de la Ciudad Blanca. Sus estructuras eran tan blancas como la nieve que las cubría y por las noches el cielo era adornado con auroras verdeazuladas y magentas. En esa región se explotaban minas de gemas preciosas y otros minerales de importancia económica.
También había ciudades dentro de montañas. Otras sumidas por la arena del desierto. Construidas en medio de un gran lago o bajo un gran árbol.
De entre todas esas grandes ciudades dispersas por todo el reino, no entendía la razón para que llegase justamente a Ipsy, habiendo claramente otras opciones. Y no satisfecho con eso, tenía que entrar justamente al restaurante donde yo me encontraba.
Quería desaparecer de allí. Si me llegase a mirar, complicaría todo lo que hasta ese momento había mantenido en secreto.
—Lewis, ¿ocurre algo? —inquirió mi jefe mostrándose confundido.
En ese instante caí en cuenta que mi comportamiento no era el correcto si quería mantener la discreción.
—N-no. Tranquilo, discúlpame un momento —dije. Luego me levanté y caminé hacia el baño.
Rápidamente caminé para evitar que Darrell, el señor Eugene y la familia Dreamgarden me lograra ver. Luego entré al baño y me encerré en uno de los cubículos. Respiraba muy agitado por la sorpresa y mi corazón quería salir de mi pecho.
Al transcurrir un par de minutos, decidí salir y me coloqué frente a los lavamanos. Me observé al espejo, estaba muy pálido y mi frente sudaba mucho. Tomé un poco de agua y la esparcí por mi rostro, luego lo repetí ya que se sentía un poco relajante. De repente sentí que la puerta del baño se abrió y alguien ingresó.
Mantuve la cabeza bajo, evitando cruzar la mirada con el hombre que pasaba junto a mí. Quise correr apenas él fue a los urinales, pero mis piernas se quedaron inmóviles. Mi cuerpo no hacia ninguna orden que mi cerebro quería.
Cuando por fin parpadear, me encontré que el hombre de cabello castaño y bien vestido estaba junto a mí, lavándose las manos. Me le quedé mirando. Realmente hubiese querido haberlo encontrado en otro lugar bajo otras circunstancias. Lo extrañaba mucho, más de lo que realmente admitía. Mentiría si dijera que en un rincón de mi corazón, me alegraba encontrarme con el señor Eugene.
Él se percató de mi mirada penetrante. Cuando observó mi rostro, duró un momento pensativo, seguramente no me reconocía totalmente. Tímidamente sonreí, esperando su reacción. Cuando por fin supo quién era yo, abrió los ojos por la sorpresa.
—¿Z-Zack? —preguntó, solo para cerciorarse. Al asentir, rápidamente me abrazo, impidiéndome darle alguna explicación antes—. ¡Oh, por los dioses! ¡Te extrañe mucho! ¿Dónde has estado? —se separó un poco de mi y con sus manos sostuvo mi rostro—. Te vez muy diferente, ¿Qué le pasó a tu pelo?
Sus ojos estaban cristalizados y la alegría brotaba de ellos. Su entusiasmo no se podía ocultar. Y la mía tampoco. Por ese momento me olvidé por completo de mi misión.
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Crónica de los magos
FantasiaEn un mundo donde la magia define quien eres, aquellos que no corren con la suerte de ser bendecidos con poder, terminan en la parte más baja, junto a la suciedad de una sociedad decadente. Solo ser un huérfano foráneo en una familia noble ya lo hac...