En voz de Darrell
La guerra, mensajera de la muerte que no discrimina entre culpables o inocentes. Solo arrasa todo, dejando tras su caótico paso miseria y destrucción.
Mientras caminaba por las calles vacías de un pueblo destruido. Mis ojos buscaban la luz entre las nubes negras. Pero en cambio, solo veían desesperación.
Aunque escuchara historias sobre ella, la realidad siempre superaba los relatos. Inclusive el capitán Zen nos advirtió que veríamos cosas horribles al estar en el campo de batalla. No entendía la razón de tanta destrucción.
Un pueblo devastado por la guerra solo es la faceta visible de los estragos de ésta. Las familias rotas, los sueños destruidos, las esperanzas acabadas, todo eso solo lo podían ver las victimas de conflicto.
Ya se sabía de la insurrección del sur. No tomó por sorpresa a nadie. Hacía meses que la posibilidad del inicio una guerra tanteaba en la mente de todos. Pero que finalmente ocurriese y viera por mi mismo sus consecuencias, me hacia cuestionar lo preparado que estábamos.
Mi padre estaba muy preocupado por mí, todas las noticias llegaban a sus oídos y le preocupaba que yo termina como las cientos de vidas perdidas en las batallas. Aunque no podía hacer mucho, ya que yo estaba asumiendo todos los riesgos y quería contribuir a que acabara lo antes posible, sin más derramamiento de sangre inocente.
Aunque nuestro escuadrón no estaba directamente en el campo de batalla, prestábamos de apoyo a los pueblos afectados. Allí se podía ver con claridad el daño que causaba esta guerra.
Aunque ahora estuviese en Comondor, con un aburrido y calmo trabajo de oficina, no podía borrar de mi mente esas imágenes llenas de desesperanza.
—Oye Darrell, vamos a llevar estos reportes al comandante. Son ordenes del capitán Zen —dijo Gray, quien era otro que había sido asignado a los trabajos de oficina.
—Está bien. Lo que sea por salir de aquí —le dije, mostrándome desesperado por salir de allí. El solo rió.
Luego de eso él abrió un portal hacia el edificio central de Comondor, donde se encontraba el comandante y ministro de guerra. Los reportes detallaban el número de víctimas en los pueblos cercanos a la Región Sur, como también hechos de interés para el ejército.
Al llegar, nos anunciamos al oficial que estaba de guardia en la puerta del edificio. Este nos dejó pasar e inmediatamente nos encaminamos hacia la oficina del comandante.
En la caminata solo veía gente vestida con túnicas marrones. Realmente no había civiles en Comondor, únicamente personal militar. La mayoría andaba ajetreada de un lado a otro, normal con el tema de la guerra.
Cuando llegamos al piso donde se encontraba la oficina que buscábamos, fuimos interceptados por un par de magos con túnicas azul claro. Las únicas dos personas, aparte de nosotros que variaba la tonalidad marrón de los demás.
—Buenos días, ustedes vienen a ver al comandante —indagó uno de ellos.
—Así es, ¿está ocupado? —preguntó mi compañero.
—En estos momentos está en una reunión con varios de sus generales. Tenemos que esperar hasta que terminen —dijo el otro.
No podía verles el rostro, ya que estaban cubiertos por las capuchas. Pero sabía que pertenecían al Escuadrón Celeste el Pilar Espejo. Si mal no recordaba, ellos también se estaban prestando como apoyo pero en otra región limite con el sur. No era de extrañar que estuvieran allí entregando sus reportes también.
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Crónica de los magos
FantasiaEn un mundo donde la magia define quien eres, aquellos que no corren con la suerte de ser bendecidos con poder, terminan en la parte más baja, junto a la suciedad de una sociedad decadente. Solo ser un huérfano foráneo en una familia noble ya lo hac...