Capítulo IV : Motivación

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Los días siguientes a la entrega de los grimorios fueron un martirio. Como era de esperarse, fui el objeto de las burlas por parte de mis compañeros, comenzando por el primo de Darrell. Él fue quien se encargó de divulgarlo por toda la clase, y luego por toda la academia. Todos me restregaban en la cara sus increíbles hechizos y coloridos grimorios, al mismo tiempo que se burlaban de mi carencia de talento.

Me sentía desanimado por todo. No quería ir a la academia, ni a las clases de esgrima. Ni siquiera quería salir de mi habitación. Pero terminaba cediendo a la mayoría de las insistencias de Darrell.

Eso me hacía sentir mucho peor. Él, siendo talentoso y enérgico, perdiendo el tiempo y esforzándose por un caso perdido como yo. Definitivamente el destino nos da alas cuando no queremos volar. Aunque en mi caso, era todo lo contrario, deseoso de alcanzar alturas inimaginables, pero totalmente carente de alas.

—Estoy muy preocupado por ti —dijo el señor Eugene—. Y Darrell también.

—Siento mucho que tengan que preocuparse por mí. Estoy bien —dije. Él solo me observó fijamente por unos instantes.

—Aunque nos digas que estas bien, ambos sabemos que eso no es verdad. Ante otras personas te muestras introvertido y carente de autoestima. Pero cuando estas solo con nosotros, vemos realmente tu personalidad amable y cálida. Sé que no estás bien, porque ahora no eres alegre ni siquiera con Darrell. Es obvio que te sientes deprimido y es totalmente comprensible. Nuestro entorno es complicado y salvaje. Si no eres hábil, serás comido por aquellos que si lo son. No hay espacio para flaquear —yo solo me centré a escucharlo—. Nunca te has quejado por los maltratos, pero eso no significa que no sepa que existen. Yo también fui joven y sé que los muchachos pueden ser bastante crueles. Pero tienes que saber que aquí estamos Darrell y yo, puedes contar con nosotros para lo que sea. Para mí, tu eres tan hijo mío como lo es Darrell, te quiero mucho y también me duele por lo que estas pasando.

Mis ojos se aguaron a medida que hablaba. No quería, pero las lágrimas salían sin permiso y sin control. Antes que pudiera pesar en ello, me encontraba rodeado por sus brazos, inmerso en un llanto incontrolable. Un llanto que llevaba acumulado desde hacía mucho tiempo.

Las lágrimas cumplían con su divina promesa. Con cada gota sentía alivio y a la vez ganas de continuar llorando.

—No es malo mostrar lo que en realidad sentimos. No tienes que sentirte culpable por mostrar enojo o tristeza, si es lo que de verdad sientes —dijo con cariño, mientras que acariciaba mi cabeza de forma suave.

Continué así por unos cuantos minutos más. Al señor Eugene no le importó permanecer así hasta que terminé con mi desahogo. Luego de eso, ambos caminamos por el frondoso jardín que estaba en la parte trasera de la casa.

Según la gente, el jardín se mantenía siempre esplendoroso gracias a la Magia de Árboles del señor Eugene. Él influía de magia a toda la vida vegetal del jardín para que siempre estuviese bello. Era una hermosa forma de usar la magia. Deseaba poder ser capaz de hacer algo así.

—Todo ocurre por una razón. Aunque a veces tarde un poco para entenderlo —me explicó—. Hace años, cuando yo pertenecía al ejército real, nunca destaqué en el puesto de ofensiva, debido a lo lento de mi magia. Así que cuando mis superiores me asignaron a la defensiva, me sentí como un inútil. Pero estando allí, sirviendo de apoyo y defendiendo a mis compañeros, fue que entendí que la magia no solo puede ser utilizada para atacar. También podemos defender lo que nos importa y sanar el cuerpo y espíritu de aquellos que fueron lastimados. Al saber eso, fui capaz de sobrepasar mis límites y crear nuevos hechizos.

—Pero usted poseía un atributo, por lo menos. Yo ni siquiera puedo defender lo que quiero ya que no tengo ningún hechizo.

—Mi intuición me dice que serás alguien asombroso. Solo ten fe y se constante en tus esfuerzos. Más temprano que tarde conocerás tu verdadero potencial —me sonrió, luego sacó su grimorio—. Te mostraré el hechizo que aprendí cuando supe mi potencial.

Crónica de los magosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora