Capítulo XLVIII : Bestia herida

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Aun cuando mi ataque de agua y hielo fue de amplio alcance, no pude atrapar al Pilar Hierro inmediatamente. Solo había alcanzado herirlo y reducir su movilidad. Lo suficiente para acabar con el de una vez por todas.

Empleando un ataque combinado de hielo y rocas, logré encerrarlo en incontables ataques sólidos que no pudo evitar. Terminó inconsciente y herido.

Cuando deshice mi hechizo, envolví a todos mis oponentes en un nido de hilos que debilitaban a quienes estuviese atrapado. Era un hechizo de Dante, llamado Casa de telarañas. No podrían escapar por sí mismos.

—Creo que acabamos por ahora —dijo mi hermano—. Ese hechizo fue realmente asombroso. Aunque me hubieses avisado antes de usarlo para no llevarme la sorpresa.

—Se hubiesen dado cuenta y escapado antes que los encerrara en Reverie World —le aseguré. El comprendió mi argumento—. Aunque no creo que lo pueda volver a hacer, es muy agotador al momento de invocarlo. El hechizo drenó mi magia con bastante fuerza.

—No me sorprende. Es un hechizo descomunal —miró mi creación hilada y los capullos donde estaban atrapados nuestros enemigos—. Aun hay muchos magos en la casa. Y de seguro está también ese chico.

—Lo sé y no quiero pensar mucho en eso —sentencié—. Lo único que me interesa en este momento es saber cómo les va a Dante y los otros. No me logro comunicar con ellos. Parece que hay interferencia.

—No te preocupes, en cualquier momento darán la señal y nos podremos ir de aquí —dijo con seguridad.

Sin previo aviso apareció en el salón un hombre alto y delgado, vestido de negro y aura intrigante. Tras él había otros magos, preparados para atacar.

—Supongo que tú debes ser el Arlequín de la Copia —dijo él, parecía complacido y ansioso.

—Creo que sí. Ustedes fueron los que me dieron ese nombre —le dije. Rápidamente pasé las páginas de mi grimorio e invoqué una gran ola que lancé en su dirección.

Un escudo circular hecho de un extraño líquido negro se posicionó entre mi hechizo y el hombre de negro, bloqueando mi ataque. El resto de los magos emplearon diversas formas de evadir mi ola, aunque hubo algunos que no lo lograron y terminaron siendo prensados bajo una gran cantidad de agua.

—Tus hechizos son esplendidos, déjame decirte. Pero ahora te enfrentarás al Pilar Tinta del reino de Ivaria. No soy un oponente sencillo —aseguró él, con tono arrogante y elegante.

—Ya me he enfrentado a varios pilares. Ninguno ha sido sencillo, pero he logrado vencer —declaré—. Y de entre todos, tú pareces ser el menos diestro de todos.

Por alguna razón podía percibir que no era alguien muy hábil. Parecía más un académico o intelectual. No un guerrero. Los otros pilares eran más imponentes y demostraban sin palabras que poseían el titulo de pilar por sus habilidades. Por el contrario con él, no sentía nada de eso. No comprendía cómo había llegado a ser un pilar.

El tipo se ofendió tras mis palabras. Su grimorio blanco con manchas negras se iluminó con un brillo tenue de negro y gris.

Magia de Tinta: Poème interdit —pronunció. Tras ello, la tinta negra se acumuló encima de él, formando flechas agudas que apuntaban en mi dirección.

—No vayas a interferir —le dije a mi hermano. No quería que terminara herido en ese momento. Si se interponía, uno de mis hechizos lo podría lastimar—. Magia de Copia: Flechas sagradas.

Activé un hechizo de la Pilar Luz. Al igual que la tinta, la luz se acumuló para formar flechas resplandecientes.

Sin titubeos ambos lanzamos nuestros ataques. Sus flechas de tinta se desintegraban apenas eran golpeadas por las mías. No eran poderosas en ningún sentido, era como lanzar una roca en el agua.

Crónica de los magosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora