Narra Harry.
Caminé hacía mi habitación y me adentre a ella. Mi cabeza era un desastre, no paraba de dolerme y no quería tomar aspirinas. Los medicamentos no eran lo mío, así que decidí optar por la ducha y el agua tibia.
Comenzaba a hacer calor y el agua caliente iba a ser insoportable. Tome un poco de la ropa que usaría próximamente y camine hacía mi baño personal. Me desvesti y me meti dentro de la bañera. El agua tocó mi piel y me acosté en esta y apoye mi cabeza en la pared cerrando los ojos para poder relajarme y que el dolor de cabeza se vaya.
Entonces ella apareció en mi mente, otra vez. Era increíble cómo podía lograr que mi maldito corazón latiera tan fuerte. Lo había hecho otra vez y tuve tanto miedo de que me descubriera que hui, cómo un maldito cobarde hui.
Esto de ocultar los sentimientos se me estaba llendo de las manos, exactamente cómo mi salud.
Una vez que termine de bañarme, me cambié dentro del mismo baño y me arregle un poco el pelo. El dolor de cabeza había disminuido así que decidí volver a bajar con los chicos. Salí del baño y me dirigí a mi habitación de nuevo.
Entonces la puerta se abrió de un golpe alarmandome. Pero al ver que se trataba de Karen desaparecio sólo por unos segundos ya que volvió cuándo la ví girarse con los ojos llenos de lágrimas.
-Hey! Que pasa? -Dije acercandome rápidamente a ella.
-Lo haré... -Dice apenas y la miro sin entender.
-Que harás? -Pregunto aún preocupado por su estado.
Odiaba verla llorar, era cómo si quisiera hacer lo que sea sólo para calmar su llanto y que este perfectamente bien otra vez. Ella podía provocar éso en mí.
-Saldré, iremos al cumpleaños de Gemma y necesito que me ayudes a salir de aquí... -Dice abrazandome sin dejar de llorar.
-Tranquila, todo estará bien... Estoy aquí, recuerdas? No te dejaré sola nunca...
Narra Karen.
Minutos atrás...
El ambiente estaba tenso, y odiaba profundamente este tipo de situaciones, sabía que no debía mentir pero era tan difícil. Sus palabras estaban grabadas en mi mente y dolía, era un dolor que hace mucho tiempo no sentía.
-Michael, yo...
-Por que no me dijiste que eras tú? -Pregunta. Trago duro, el ya no tenía dudas de que fui yo y ya no podía safar. No sabía que decir, entonces el habló de nuevo. -Te he hecho una pregunta, Karen.
Genial, estaba molesto.
-Iba a decírtelo. -Hablo nerviosa. Camino lentamente hacia él.
-Cuándo? -Pregunta. -Estabas riendote de mí, acaso?
-Que!? No! Claro que no, yo sólo tenía miedo de que podrías a llegar a pensar de mí...
-Por que te interesa tanto lo que los demás opinen? Sólo ve de frente y di las cosas, toma las consecuencias. -Dice dejando el vestido a un lado.
Entonces el nudo en la garganta aparece y siento mi corazón bombeando contra mi pecho.
-Y lo intento, te juro que lo he intentado todo este tiempo que no estuviste pero no puedo... Eras tú quien me ayudabas con mi autoestima y mis inseguridades, sé que eso ya no está hace mucho y que no puedo depender de una persona pero... Mis sentimientos tampoco ayudan. -Digo negando con la cabeza. -Y sabes a lo que me refiero...
No tenía el valor de volver a decirlo. Era cobarde cuándo se trataba de el pero uno de mis miedos mayores era que vuelva a rechazarme, el dolor volvería a ser insoportable.