Capitulo 3

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La camioneta se estacionó sobre la calle Cloudesley, en un barrio cercano al centro de Londres, Islington. La noche era algo fresca, bastante silenciosa, y más alegre de lo que solía estar, según Vee.

Los muchachos veían el edificio de 3 pisos como si fuera el edificio más increíble del mundo. No era muy llamativo, no tan alto, muy ancho, de ladrillos rojos y rejas negras, con una angosta puerta café.

—¿Viven lejos de aquí? —Preguntó Vee tratando de desviar la atención.

—Eh... No. —Brian se giró despacio hacia ella. —En Lambeth.

—Ah, si si. —Asintió. —15 minutos. Por cierto, ¿qué hora es?

—3 con 15. —Muy de madrugada para seguir con ganas de mantenerse despierta, pero ellos tendrían algo que hacer mañana. —¿Vives sola? —Roger se acercó a ella por la espalda; este hombre le transmitía una extraña vibra, como si le pusiera demasiada atención, pero igual lo pasaba de largo.

Era un hippie más. Tal vez andaba dopado todo el tiempo.

Dudó un poco en decirle la verdad, pero aún que parecía drogado, no le daba mala espina, y la extraña vibra no era de la negativa. —Si, vivo sola. —«A veces» dijo en su mente, pensando en las parejas bastantes pasajeras que se habían atravesado en sus noches, al menos para no estar en su horrible soledad.

—Pareciera como si tuvieras la vida resuelta. —Susurró.

—Quisiera. —Retrocedió para quedar junto a él; las lejanas risas de los chicos sonaban a unos cuantos metros de ellos, parecían tener una conversación bastante ajena.

—Me pareces bastante guapa, Vee. —El jueves lo había visto actuar con bastante seguridad, sin embargo, cuando estaban en el bar parecía muy alejado de la realidad. Ahora lucía de nuevo como un depredador, y ella necesitaba fingir ser una inocente presa.

—Gracias. —Bajó un poco la mirada, cogiendo un mechón de su cabello detrás de la oreja.

—Perdón por ser muy... repentino, es que desde el jueves había pensado en eso. Cuando estaba tocando, te había visto entre la gente y no pude evitar ver que eres atractiva, luego te ví hablando con Brian y pensé que era mi día de suerte. —Miró como se iba recargando en la parte trasera de la camioneta, cruzando los brazos y mirándola con mucha astucia. Podría pensar que era otra muchacha más, una estúpida como otras. Pobrecillo.

—Oh pues... —Se quedó en silencio, tratando de ver hasta dónde llegaba este pedazo de mujeriego.

—Quisiera verte luego, en otra tocada, a parte, ellos se han encariñado contigo. —Señaló a los hombres que bromeaban entre ellos. Roger sabía que estaba mal usarlos para ligar, pero se le había salido sin querer.

Vee los miró rápidamente, eran bastante agradables, le gustó pasar el rato en la camioneta, charlando de cosas tontas. Se veían como esa clase de amigos que valían la pena, no podría arruinarlo por una cogida.

—Son buenas personas. —No pudo evitar decirlo. Bien, esto ya se estaba tornando aburrido y repetitivo, Roger no sabe ligar. —Oigan, chicos. —Encontró el momento perfecto para deshacerse de la situación pasada. A pesar de que Roger era un drogadicto muy atractivo, no era de su gusto. A parte, apostaba todo lo que tiene a que es muy molesto cuando agarra confianza. —¿Hay alguna forma de seguir comunicándome con ustedes? —Preguntó con ese tono de voz tan inocente y tierno, que siempre le funcionaba para conseguir lo que quería.

—¡Es cierto! —Dijo Freddie levantándose del suelo. —Te puedo pasar nuestro número, pero necesito papel. Creo que metí unos a la guantera.

En menos de cinco minutos ya se habían intercambiado números en trozos de tickets. Freddie, ante los ojos de Vee, parecía un símbolo de libertad, en un par de horas, sabía que era la libertad hecha persona. Y le gustaba bastante.

Outside [Queen]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora