《 35 》

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Habits - Tove Lo


― CAPÍTULO 35 ―


     Una semana más.

     Una semana más y esa sensación de soledad parecía no mermar en aquellos dos jóvenes que se amaban con locura.

     Una semana más y Vanessa se encontraba más sumergida en el alcohol como nunca antes. El vodka y el tequila eran sus nuevas mejores amigas.

     Una semana más y Nicholas no dejaba de pensarla, de soñarla, de anhelarla, de evocar su boca que tanto deseaba besar una y otra vez. Por Dios, ya no aguantaba más. Quería verla, perderse en esos ojos verdes que lo atraían como a un imán. La ansiaba y de verdad que hacía un esfuerzo sobrehumano para no plantarse en la puerta de su casa y darle el beso más grande de toda la historia. Pero, así como su amor hacia ella crecía a pesar de la distancia, su inseguridad también aumentaba poco a poco. ¿Y si de verdad ella no lo quería? ¿Se habrá imaginado esas palabras bajo la ducha? Ese «Ya no te quiero» lo dejó perdido, sin dirección. Porque desde que Vanessa le dijo que lo amaba, con las gotas de agua cayendo y deslizándose por sus cuerpos, ella fue su norte.

     Por eso, Trevor se tomó la libertad de tocar el timbre de la asombrosa y moderna casa de Aaron King. Quería hablar con Vanessa, de alguna forma sentía que tenía una extraña confianza con ella. Después de que lo trató con tanta familiaridad cuando detuvieron a Nick, en la comisaría, se sintió a fin con ella, como si estuvieran en contacto todo el tiempo. Y después de lo que hizo por su hermano mayor esa misma noche, en serio se había ganado su total respeto. Si antes le agradaba por ser ella, ahora la admiraba. Vanessa era el tipo de chica que nunca se imaginó para Nick, y que al mismo tiempo sabía que necesitaba.

     Esperó un poco impaciente, esperando ver el rostro de la que ya comenzaba a considerar su cuñada, pero al ver esos ojos azules de Daphne, se quedó estático. Sus manos comenzaron a sudar y quiso reír. Quiso reír porque la dulzura lo conquistó al ver como esas mejillas tiernas se sonrojaban. Le sonrió con amabilidad y Daphne sintió sus piernas temblar al ver su imponencia, esos ojos azules que cada vez le gustaban más. ¿Qué hacía él ahí?, ¿cómo supo en donde vivía? Las palabras no le salieron a la joven, y por eso Trevor se apresuró a hablarle.

     ―¿Cómo estás? ―Quiso saber, porque ya esa niña estaba lejos de ser una desconocida. Era hija del mejor amigo de su padre, y desde hace unas semanas iba con frecuencia a la cafetería y entablaban conversaciones. La vio tragar ―. Sí, sé que es raro que esté aquí ―se rascó el cuello, preso de esos bonitos ojos tiernos. En serio que esas mejillas enrojecidas lo incitaban a apretarlas con suavidad. ¿Por qué lo miraba como si hubiera visto lo más grandioso?

     ―¿Cómo...?

     ―Te prometo que, si me dejas pasar, te explico ―dijo observándola fijamente, con seguridad, no le mentía. Incluso, ya iba siendo hora de que lo supiera.

     Y ella no iba a dejarlo ahí afuera. No a él, no al chico que le gustaba y que veía como su amor imposible.

     ―Sí, sí ―se apresuró a hacerlo pasar, y Trevor paseó sus ojos por el lugar, sintiéndose un poco extraño en ese ambiente de riqueza, acomodando sus manos en los bolsillos de su pantalón.

     Se giró a verla y la observó sonriéndole. Y en ella todo despertó, le gustaba esa sonrisa, esa masculinidad y no le importaba lo demacrado que podía llegar a verse algunas veces. Le gustaba, en serio que comenzaba a sentir cosas por él que nunca se imaginó que sentiría a sus quince años. Debía hablar con Vanessa, preguntarle si era algo normal que un hombre pudiera lograr ponerla tan nerviosa, fuera de sí. Su prima sabía mucho acerca de hombres.

Protegida por Nick © |COMPLETA|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora