《 11 》

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― CAPÍTULO 11 ―


     Al día siguiente se despertó con la cabeza a punto de estallarle. Abrió los ojos lentamente y dejó escapar un suspiro. Gracias al cielo Aaron no había ido a despertarla como el otro día.

     Se giró, quedando así con la vista hacia el techo y recordó. Evocó lo caliente que se había sentido la noche anterior y cómo se quitó las ganas. Recordó los labios rosados de Nick uniéndose con los de ella, sus gruñidos, sus gestos de satisfacción. Y a diferencia de la primera vez, no había olvidado su nombre.

     Vanessa sonrió como si hubiera hecho una travesura. Se había sentido genial volver sentirlo de aquella forma. Y aun duchándose, no alejaba de su cabeza la manera en la que las manos de Nicholas la sostenían, la tocaban y la acariciaban. No se arrepentía, ni un poco. Pero también recordó que lo que habían hecho, no se iba a volver a repetir. ¿Cómo lograría ella mantener sus manos quietas cuando lo tuviera cerca?

     Se puso unos pantalones de chándal, una camiseta que le había robado a Aaron y que era dos tallas más grandes que el de ella. Hecho esto, recogió su largo cabello rubio en un moño para nada delicado y se apresuró a ir a la cocina.

     Al llegar se quedó extrañada y un poco alegre al ver la figura femenina que se encontraba de espaldas. Tenía un par de días que no la veía. Ella estaba sentada en la barra aislada utilizando su laptop y permanecía concentrada. Tenía su cabello rubio suelto, brillante.

     ―Oh, Daphne, así, más fuerte. Sigue, sigue ―fingió gemidos y jadeos sexuales en un tono muy alto, haciendo que la quinceañera se sobresaltara y mirara hacia la dirección de su prima, mirándola como si estuviera loca. Daphne sacó la mirada juzgadora de su madre, pero el iris azul de su padre. Era muy diferente a Vanessa; tímida, fácil de manejar. Muy pocas veces salía de fiesta, y nunca en su vida se había puesto ebria. En ocasiones se encontraba admirando a Vanessa, por considerarse libre, pues la libertad para Daphne era algo que Abigail en ocasiones le había quitado. «No hagas esto, no hagas lo otro, las niñas no hacen aquello. No seas grosera, no digas malas palabras. Y lo más importante, no le hagas caso a tu prima Vanessa, es una mala influencia para ti».

     ―¿Pero qué demonios te sucede?, ¿acaso te saliste de un manicomio? ―le preguntó Daphne con los ojos muy abiertos mientras la veía reír con muchas ganas. Vanessa se carcajeaba mientras aplaudía y le daba palmadas a la pared ―. No fue gracioso, Ness.

     ―Sí lo fue, debiste ver tu cara. ―Le respondió ya sin aliento. Sin duda fue la mejor broma que le había hecho a su prima menor. Se acercó al taburete para sentarse a su lado ―. ¿Qué haces aquí tan temprano?

     ―Son las dos de la tarde ―le hizo saber regresando toda su atención a lo que hacía ―. Estaré aquí por un par de días, mamá ha estado un poco insoportable.

Protegida por Nick © |COMPLETA|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora