《 12 》

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— CAPÍTULO 12 —


     Vanessa quería mantenerse lo más lejos posible de él. Su cabeza trabajaba a mil por hora, tratando de comprender, pero sin tener éxito. Debía dejar salir todo aquello, debía hablar.

     Se puso sus zapatos deportivos, y no se molestó en mirarse al espejo, se sentía cómoda con lo que llevaba puesto y sabía que no le quedaba mal. Se apresuró a llamar a un taxi y darle la dirección para que fuera a buscarla. Ni loca iba a salir acompañada de Nicholas. Por Dios, es que ni siquiera quería verlo a la cara, y no era por la vergüenza —porque muy pocas veces ella se avergonzaba por las decisiones que tomaba —sino porque no quería terminar abalanzándose sobre él y besarlo. Sí, incluso con el enojo que traía encima.

     ¿En qué momento él la convirtió en alguien voluble? Odiaba sentirse así, y más por ese cretino que se había acostado con ella sin haberle dicho que la conocía y que pronto sería su guardaespaldas. Era un miserable.

     Los ojos azules de Nicholas vieron cómo un taxi se estacionaba en frente de la casa, y esperó a que alguien saliera de ahí, pero no fue así. Lo siguiente que vio fue cómo Vanessa cruzaba la entrada principal. Se alarmó, extrañado por cierta rebeldía de la rubia. ¿A dónde iba?, ¿y por qué no le avisó que saldría?

     Tomó las llaves del Infinity que estaban en la barra aislada de la cocina y salió disparado de esta, bajo la mirada confundida de Daphne.

     —¡Vanessa! —exclamó, y la nombrada sintió de todo al oír su apelativo salir de sus labios. Quería quitarse los jodidos gruñidos de placer de su cabeza. La estaba volviendo loca.

     No entró bien al auto, y este ya se había echado a andar. Nick maldijo y trotó hacia el auto que le había prestado Aaron y seguirla. ¿Qué demonios le sucedía?, ¿por qué se fue así de repente?, ¿habrá pasado algo?

     Vanessa llamó a su mejor amigo para decirle que necesitaba verlo y que lo esperaba en la cafetería donde solían comer y verse algunas veces, la cual normalmente estaba vacía. A la rubia le urgía hablar, desahogarse y mandar a la mierda a Nicholas. Así como mandó a la mierda a muchos chicos.

     Nicholas no entendía a donde demonios se dirigía. Esperaba no meterse en un problema por la olímpica escapada de Vanessa, y si eso pasaba, joder que ella se las iba a pagar. ¿Cuál era la necesidad de irse por ahí sin su compañía? ¿Por qué lo evitaba? ¿Fue por lo que sucedió la noche anterior? Por Dios, no la entendía.

     Aparcó con violencia viendo cómo Vanessa se bajaba del taxi con una expresión de querer matar a alguien. Caminó hasta ella con pasos bastante apresurados para su gusto y no dudó en tomarla del brazo sin llegar a herirla y hacer que lo mirara a los ojos.

     —Pero ¿qué demonios te sucede? —reaccionó ella de inmediato cuando lo vio a la cara, queriendo zafarse de su agarre.

     —Me gustaría saber cuál es la necesidad de salir como una loca, sin mi compañía, y de querer meterme en un problema con Aaron —dijo con una voz amenazante.

     —Oh, ahora me quieres mirar y dirigir la palabra —expresó irónica. Nick no comprendió a qué se debía su humor y por eso arrugó el entrecejo —. Vete y déjame en paz.

     —¿Se puede saber el motivo de tu actitud?

     No entendió por qué su conducta lo tenía desconcertado, y lo turbó más el hecho de que sabía que Vanessa no tenía razones para darle una jodida explicación. No eran nada.

Protegida por Nick © |COMPLETA|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora