25. Jaque Mate.

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El rey se ha caracterizado por su terquedad. Siendo ésta considerada como virtud por muchos, también ha sido su más grande pecado.

Preso de una obsesión que no supo controlar, ahora es sólo un títere en una función que ya no le pertenece. Se ha convertido en una pieza de un tablero, en donde desde un principio, la partida ya estaba ganada.

Louis lo sabe cuando mira sus ojos.

La reina lo entiende cuando ve sus manos temblar alrededor de su copa.

El príncipe lo confirma cuando lo escucha.

El rey ha enloquecido.

Llama por él. Asiste de inmediato, el peso de la daga en su bota es su único aliciente para mantenerse tranquilo. No le sirve de mucho cuando el comportamiento errático del rey lo arrincona.

—¡No saldrás de aquí, nunca! ¿Fui claro? —Toma su muñeca con brusquedad y lo tira al suelo. Alcanza la soga que esconde en su baúl y amarra sus manos a la cabecera de la cama—. Eres mío, Louis Tomlinson, y no dejaré que lo olvides. No dejarás que él te toque de nuevo ¿o si? —El lord permanece en silencio, mirándolo contemplativo en una extraña nube de paz—. No, claro que no. Porque si lo hace, lo mataré, ¿entendiste? ¡Lo mataré!

La risa histérica abandona la habitación real con la sombra de lo que era el rey. Una grieta rota hace años que no hizo más que abrirse silenciosamente. La paranoia lo ha consumido y no es más que un recipiente roto, un alma destruida por nadie más que él mismo.

El Lord espera en silencio, atado al lecho del monarca.

Las horas pasan y el sueño lo invade, haciendo imposible mantener su vigilia por más tiempo. Haciendo imposible que se mantenga inmóvil por más tiempo.

Cuando finalmente se despierta, sabe que el juego ha terminado.

El rey ha muertoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora