30. La Selección.

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Un rey.

Una corona.

Un trono.

Sólo hace falta una reina.

Tan pronto cómo el príncipe Harry ascendió al trono, la noticia corrió por el continente. No es para menos, el joven rey está soltero.

Galas y bailes se celebran noche tras noche.

El lord observa desde una esquina a cientos de hermosas damas desfilar hacia el trono. Se siente una carnicería. Aquello no es más que una formalidad para el rey, siempre atento y caballeroso. Más sin embargo, es incómodo de ver para el lord y la duquesa de Brisbane, quien como cada velada en los últimos meses, le hace compañía.

—¿Crees se aburran pronto? —Pregunta ella con la copa casi vacía entre sus dedos. Hay diversión en su rostro cuando mira a Louis—. Esto se está tardando demasiado para aparentar se algo diferente que la elección de una esposa.

—No sé, terminar con esto es su decisión. —Responde el Lord mirando a la princesa del reino del sur conversar con el rey con elegancia. Su largo cabello castaño ha sido recogido en un rodete decorado con pequeños zafiros brillando entre la hebras.

—¿Quieres hacer una apuesta? —Continúa ella. La situación es divertida y Louis puede admitirlo, pero presenciar el mismo escenario tantas veces se ha vuelto aburrido.

Asiente.

—¡Bien! —Chilla la duquesa emocionada. Louis le ha guardado especial cariño a la joven. Ella es lo más cercano que ha tenido a una amiga y sabe que ella opina igual que él—. La princesa, es hermosa y el rey del sur ha insistido en traerla consigo en cada uno de sus viajes desde que la pobre tiene uso de razón. El Concejo dirá que es la indicada. Además, el reino del sur es próspero, no hay razón para negarse.

Louis niega, tomando la copa vacía de las manos de la duquesa y llenándola de nuevo. Ella agradece.

—La duquesa de Trian. —Señala Louis a una de las asistentes más jóvenes—. Al pueblo no le dan confianza los extranjeros y la duquesa es la más cercana a la línea de sucesión después del Duque de Montfort. Su distrito es, literalmente, una mina de oro y su padre era cercano al difunto rey. El Concejo dirá que es la indicada.

—Sí, pero ¿a quién escogería Harry? —Pregunta ella, esta vez sin la burla anterior en sus ojos. No siendo consciente de que el noble a su lado es el dueño del corazón del rey—. El Concejo puede decir muchas cosas, ellos no son los que se casarán.

Louis mira al rey, quien a pesar de su mirada atenta y respuestas encantadoras, está aburrido. Sabe lo mucho que desea irse de ahí, refugiarse en su cuello y dormir con la esperanza de evadir sus responsabilidades como monarca.

—A quien le aconseje la reina.

Y la madre del rey sabe tan bien como Louis, quien es la persona que Harry escogería. Y sin embargo, no es alguien a quien tenga derecho aún siendo el rey.

Elizabeth es la persona más inteligente de todo el salón y Louis sólo puede admirarla. Entiende que la decisión que ella tome, a quien ella elija, será la próxima reina.

Será la esposa de Harry.

Y él no puede hacer nada salvo mirarlos florecer.

El rey ha muertoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora