Ni ser llamado valiente justifica las heridas, ni vivir como un cobarde garantiza paz. Las cicatrices que verdaderamente importan no están en la carne, sino en el alma, donde el dolor es silencioso pero insoportable, y cada latido es un recordatorio de lo que jamás volverá a ser. -𝘈𝘯𝘰𝘯𝘪𝘮𝘰-