El peligro te asecha, donde quiera que estés. La vida sabe como recompensar lo malo que te paso en algún momento. Lágrimas, gritos, dolor; el cortaba su cuello lentamente y ella quería escapar, pero no podía, tenía las manos y los pies atados. Gritos de sufrimiento y agonía. Desde mi cuarto escuchaba el pesar de la joven; me mantenía oculta bajo la cama con mis manos cubriendo mis oídos, minimizando los gritos. No puedes olvidar, no puedes aparentar, no puedes fingir. Sabes que por tus venas corre sangre de un asesino. Tus impulsos te llevan a no parar. La sangre de todos ellos, corre como cascada, y no puede ser detenida. La vida tiene riesgos. Hay que correrlos.