2.8

22 6 23
                                    

—¿Estás seguro de que puedo estar aquí?

Miller se encogió de hombros.

—Me da igual, quiero que lo veas.

—¡Miller!

—Ya sé lo muchísimo que te emociona el que te tenga en cuenta ahora que voy a ser famoso, pero intenta no gritar demasiado mi apellido, no quiero que venga una horda de fans y me acosen.

Muy en mi contra, solté una risotada tan alta que las personas en el metro me miraron como si acabase de matar a un cachorrito.

Estaba a punto de decirles qué narices miraban tanto cuando Miller tiró de mi brazo fuera de la cabina.

—¡Eh, con cuidado, que soy de piel sensible!

Enarcó una ceja.

—No decías lo mismo cuando te agarraba del...

—Una palabra más y eres hombre muerto.

Levantó las manos en rendición.

—Ven, te encantará.

Mi corazón dio un brinco cuando entrelazó sus dedos con los míos, pero no me quejé por el hecho de que me llevase de la mano. Sorteamos grupos de personas que congregadas hablaban sobre estupideces, esquivamos de milagro una anciana que iba con el coche como loca y a una niña que vendía galletitas en medio de la plaza.

—Nueva York es un desastre—, susurré.

—A mí me parece un buen lugar para vivir, pero a las afueras.

No había llamado a mis padres para contarles lo del piso por miedo a su reacción. Tampoco se lo había comentado a nadie, me daba algo de miedo asumir el hecho de que en nada acabaría la carrera y mi vida de adulta comenzaría.

Casi me daban escalofríos al pensar en vivir sola y trabajar hasta mi jubilación mientras pagaba impuestos y...

Céntrate.

—¿Qué tal te fue con tus abuelos? —tiré del agarre hacia atrás para evitar que un motociclista se llevara por delante a Ethan. Apretó los labios, a punto de sonreír.

—Bastante bien, gracias... ¿dónde conseguiste el papel?

Ethan jugueteó con mis dedos, lanzándome sacudidas nerviosas por todo el antebrazo. Todo mi cuerpo reaccionaba ante él, pero seguía sin poder aceptarlo, era incorrecto. O quizás mi problema era que lo sentía demasiado correcto y bien.

—Mi prima me llamó, se había enterado de una audición a través de una amiga suya y...me cogieron porque daba el perfil.

—¿Caroline?

No sé por qué hablé con ese deje resentido, pero Ethan simplemente asintió, distraído.

—Una de las productoras está un poco loca, pero es bastante maja. Vivía en Seattle antes, te encantará. Es todo un caso de estudio.

—¿Vas a tener que irte a Los Ángeles para grabarla?

Ahí sí que se giró para mirarme atentamente. Tenía una suave barba de tres días endureciéndole el rostro y los ojos le brillaban con picardía. Estuve tentada a pasarle la mano por el corto cabello, pero apretujé mi mano contra mi cuerpo.

—Por ahora no. Quieren intentar grabarla en Boston, ya que en sí la historia se desarrolla entre Boston y Nueva York, pero por ahora solo hacen reuniones. ¿Miedo de que me vaya, Skype?

—Más bien anhelando que eso suceda.

Soltó una carcajada ronca, como si supiera que eso era imposible.

Flores en el cieloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora