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las falta se irán corrigiendo a lo largo del día, leed la nota final, pls.

— ¿Qué necesidad tienes de sufrir haciéndote eso? Con lo natural que son los pelos de las piernas, hostias.

Camille ya volvía a hablarnos, fue mencionar el hecho de mi cita con Corey y como por arte de magia, la venezolana diluyó su enfado y lo convirtió en entusiasmo. Maldita suerte y boca la mía, porque ahora estábamos en su habitación tumbadas, con un bote de cera caliente y tiras para la depilación que me había pedido.

Colin estaba sentado en el sillón de la esquina, todo el cuarto de Camille parecía una tienda de música. Estaba repleta de pósteres, discos de vinilo en cuadros decorando las lisas paredes y su estantería estaba repleta de CD's. Una de las pasiones de mi mejor amiga era la música, podía tirarse horas y horas parloteando sobre los grupos que le gustaban, los conciertos a los que había ido o iría y cualquier tema relacionado con la industria.

Sus padres, aparte de regentar Chicken's baby, tenían una pequeña discográfica que si bien no era muy famosa, daba oportunidades a los artistas locales. El mismo padre de Camille, el señor Valdez, era guitarrista.

Y uno con bastante talento, la verdad.

— Porque son feos, y queda fatal cuando llevas falda —me tendió una de las bandas y apretó los ojos, esperando a que le despegara la anterior —. Lo entenderías si te quitaras el chándal de vez en cuando, no sé cómo ligas tanto con esas pintas, ¿tienes el síndrome de la protagonista tonta o qué?

Me reí a regañadientes y tiré de la banda, un chillido histérico brotó de su garganta junto a un montón de:

— ¡Ay, ay, ay! ¡Odio que duela tanto el muslo!

— Oye, ¿por qué no te afeitas las piernas y listo? La maquinilla es indolora y según mi madre, muy efectiva.

Alterné la mirada entre los dos, Colin arrinconado con un cómic en las manos que luego le pediría porque tenía muy buena pinta, y Camille lloriqueando. Me enfurruñé un poco, porque todo esto me parecía injusto.

— ¿No os dais cuenta? Mírale las piernas a Colin, ¡peludas! Porque claro, a él nadie le exige que esté depilado todos los días del año, ni que tiene que tener unas medidas exactas. Todo es culpa del maldito sistema, nos tiene a las mujeres doblegadas a sus exigencias, pero eh, que ni se te ocurra quejarte porque estás más guapa callada y...¡CAMILLE VALDEZ HIJA DE...!

— Eso por comunista.

— ¿¡QUIÉN HA HABLADO DE COMUNISMO AHORA, ESTÚPIDA!?

Me sobé la zona afectada, la muy imbécil me había arrancado media parte de gemelo con la dichosa depilación. Estaba roja y un poco hinchada, justo como mis dilatadas fosas nasales. Camille debió de ser consciente de que iba a morir entre terrible sufrimiento porque se levantó de un salto y echó a correr escaleras abajo.

Menos mal que estábamos los tres solos, porque la idiota iba con el camisón remetido en las bragas y se le veía todo el culo. Me giré a mirar a Colin y...

Efectivamente, se había dado cuenta porque estaba rojo pasión y boqueaba como un pez en busca de aire.

— No seas baboso, haz el favor —le increpé antes de salir detrás de la morena como alma llevada por el diablo. Casi me mato bajando las escaleras, pero ahí estaba, detrás de la barra de la cocina, mirándome con miedo.

— ¡No me hagas nada! ¡No quiero morir virgen!

Rodé los ojos con molestia.

— Dejaste de ser virgen a los catorce, ahora deja el drama.

Flores en el cieloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora