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Rodé los ojos, fastidiada.

Había cerrado la puerta con más fuerza de la necesaria, ganándome un quejido por parte del orientador del instituto que ignoré masivamente mientras me acercaba a Camille, quien me observaba con sus pobladas cejas negras alzadas.

— ¿Y bien? Porque parece que te haya dicho que eres un asco de ser humano.

Bufé.

— Pues casi...—me crují los dedos, tal y como hacía siempre que algo me estresaba—. Me ha dicho que sí, que soy muy lista y que tengo muy buenas notas pero...—apreté la mandíbula, si seguía haciendo eso me iba a hacer un agujero en las muelas.

Y eso no le iba a gustar ni a mi dentista, ni a mis padres.

— ¿Pero...? ¡Ya cuéntame, mujer, no me tengas en ascuas!

Era una dramática.

— ¡Pero no tengo nada que pueda ser interesante en mi redacción porque...!—estallé y le di un golpe a mi taquilla, haciendo que se abriera de una. Camille jadeó y me cogió de los hombros, zarandeándome.

— Sky, relájate o te pondrán un parte y dudo que eso quede muy bien en tu expediente escolar.

Tenía los puños apretados con tanta fuerza que los nudillos estaban más blancos que la pared.
Pero tenía razón, había que relajarse.

— Ugh—suspiré sonoramente, haciendo que dos chavales se girasen y se me quedaran mirando—, ¿tengo monos en la cara o qué?

Camille me rodeó los hombros con un brazo y desvió su atención a los dos chicos que se habían quedado patidifusos delante de nosotras.

De verdad que este instituto cada día estaba más lleno de estúpidos.

Chasqueó la lengua y dio unas palmadas.

— ¡Veeenga, desfilando o suelto al pitbull!

Ignoró la mirada que le eché y menos mal, porque lo que me faltaba en esos momentos era que mi mejor amiga se enfadara conmigo por mi mal humor.

Acababa de empezar mi último año y ya tenía ganas de atarme una soga al cuello y tirarme al vacío.

Y eso que ni siquiera había tenido clase de biología.

— ¿Qué pasa aquí? Han salido dos de noveno corriendo como si hubieran visto al mismísimo diablo...—Colin se giró, echándonos una ojeada y soltó una risa divertido—, vale, algo peor, han visto a Sky enfadada.

Llevaba la mochila colgada de los hombros y los mofletes rosados, señal de que acababa de terminar su clase de educación física porque la camiseta la tenía empapada de sudor. Se la apartó con ademán acalorado pero en realidad eso siempre lo hacía cuando la ropa se le ajustaba al torso, le daba un poco de complejo tener un ligero sobrepeso.

En mi opinión, estaba perfecto.

— Acaba de salir de la oficina del señor Philips y...—hizo un mohín dejándose caer sobre él, quien la recibió gustosa. En ese momento el rubor de Colin se hizo más notable pero la morena no pareció darse cuenta.

Enarqué una ceja y Colin evitó mirarme. Ya hablaríamos de eso más tarde.

— Y es un idiota—terminé su frase—. Me ha dicho que se nota que todo lo que hago lo hago para entrar en Yale y que eso..."no habla muy bien de ti, Skyler. Te hace parecer muy...normal y ya sabes que, para entrar en la Ivy League hay que ser más cosas aparte de lista"—. Hice comillas con mis dedos, denotando mi enfado.

Colin y Camille se echaron una mirada y empezaron a reírse.

No los mates, recuerda, son los únicos que te aguantan.

Flores en el cieloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora