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LAS FALTAS ORTOGRÁFICAS SE CORREGIRÁN A LO LARGO DE MAÑANA.

DISFRUTEN DEL CAPÍTULO <3


— Es sólo una comida. Vamos, te presentas, les encantas porque es imposible no encantarle a alguien con esa preciosa sonrisa, comemos y nos vamos, ¿ves? Simple y conciso, venga, deja de darle vueltas.

No podía dejar de darle vueltas, no era una simple comida. Era LA comida de Acción de Gracias, la primera vez que vería a sus padres en un ámbito que no fuera el de vecindad, y no estaba preparada. Por mucho que lleváramos ya bastantes años de conocidos y unas semanas de novios, yo no me sentía lista para afrontar a mis suegros.

Madre mía, hija, ni que fuerais a casaros.

Entreabrí los labios como si ese comentario me lo hubiera hecho Miller, y al ver la cara de estreñido que me puso por aguantarse la risa, no pude reprimirme.

— ¡Maldición, fierecilla, deja los codos quietos!

— ¿Y si comemos en mi casa? Tengo...¡tengo que presentarte a mis tíos! — enarcó una ceja, desmontando así la veracidad de mis palabras. Frunciendo el ceño, porque es que ya estaba un poco hasta las narices, le señalé: — No pienso acompañarte a la comida. Lo siento, Mi...¡amor!

— Ya...como que ibas a llamarme así.

— Eh, no te acerques. Ethan, aléjate...¡no, no! ¡Bájame, psicópata!

Golpeé los costados de sus caderas con los puños cerrados, pero no me hizo ni caso y empezó a bajar las escaleras conmigo a sus hombros. Era bastante cómica la escena vista desde fuera, pero siendo uno de los actores, sólo me daban ganas de darle un buen mordisco en las nalgas voluptuosas. Aunque de estas empezaba a quedar poco, Ethan había bajado un poco de peso estas últimas semanas y se le notaba levemente más cansado. 

Culpaba a la ajetreada vida que en esos momentos su familia llevaba, a dos meses del nacimiento de su hermana, la grabación de la película en Alemania y docenas de proyectos confidenciales que mi novio no me quería contar, era imposible estar tranquilo.

Me escurrí como un pez, y me encantaría decir que caí de pie como si fuera el señor Lucas, pero veréis, la gravedad no funciona de esa forma, por lo que me habría comido el suelo de madera de su habitación de no ser porque me enganchó de las piernas, pegándome la cara a sus pies.

— Mira, ahora puedo decir que literalmente has caído rendida a mis pies.

— Vas a morir — sentencié y me dejó caer, haciendo que me diera un culazo enorme que le permitió salir corriendo— , ¡esa no es forma de tratar a una dama!

— ¡Ni que lo fueras!

Parecíamos dos  niños pequeños batallando en la habitación, intenté arrinconarlo con ayuda de la cama, pero él dio un bote como si fuera un maldito conejo y se tiró encima de mí, chafándome y asfixiándome contra el colchón. 

— ¡M..me aplastas! — jadeé y cerré los ojos, tirándome como si me hubiese aplastado todos los órganos vitales. Noté la sombra de su cuerpo inclinándose sobre mí, podía imaginarme a la perfección la mueca de su rostro.

De seguro tenía la bonita sonrisa decorando sus labios, las espesas cejas negras fruncidas en mi dirección y los ojos verdes como esmeraldas brillando por la diversión de ver a su novia fingiendo estar muerta.

— ¡Oh, no! ¡La princesa ha caído en un sueño del que sólo despertará con un beso de amor verdadero! 

Me aguanté la risotada, pero el temblor en mi vientre por las silenciosas carcajadas me delataban un poquito. Y es que, yo podía actuar a la perfección con cualquiera que no fuera él. No estaba enamorada, porque para eso se necesita tiempo y energía, y yo no tenía ninguna de esas dos, pero el día se me alegraba cuando lo veía en el jardín de mi casa, jugando con mis incansables hermanos o ayudando a mi madre a preparar un postre. Quizá estuviera hormonal y por eso pensara estas cosas, pero la verdad es que no me arrepentía de nada de lo que tuviera que ver con él.

Flores en el cieloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora