Capítulo 6

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Daniela

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Daniela

Estaba en mi habitación a punto de dormir cuando escuché un bip sordo en la mesa de noche. Con más fuerza que ganas me levanté para contestar el radio y noté el botoncito rosa parpadeando. No lo pensé dos veces y contesté, pero no escuché nada y busqué como loca los audífonos.

— Aquí te espero hasta que quieras. — Escuché la voz rezongona de Diago demasiado dentro de mi cabeza. Sonreí.

— No tenía los audífonos a la mano ¿Todo bien? — Pregunté con un poco de preocupación.

— Sí, tengo que contarte algo ¿Podemos vernos? — Preguntó despreocupado.

— Claro, te veo en tu habitación. — La contestación salió de mi boca antes de que mi cerebro la procesara.

— ¡No! Hoy el clima no está mal ¿Te parece si nos vemos en la puerta del laboratorio? —

— Espera, están tocando. — Abrí la puerta y ahí estaba Santiago con su genial sonrisa.

Me invitó a caminar; algo nada raro.

En Calipso normalmente tomábamos caminatas por la noche y hablábamos de cómo nos había ido en el día, pero acababa de quedar con Diago.

Decliné su oferta y quedamos en vernos en el desayuno. Me sentí un poco mal porque quería que se fuera para poder salir corriendo a encontrarme con Diago. Tenía esa impaciencia gritándome que necesitaba verlo. Tomé mi chaqueta y salí de mi habitación con sandalias y pantalón de pijama.

Cuándo llegué al laboratorio Diago ya me esperaba. Era increíble lo mucho que cambiaba su aspecto de cuando llevaba su uniforme café ceñido con fornitura y arma a cuando vestía pantalones sueltos y sudaderas holgadas. Se veía tan relajado, incluso más joven. Me recibió con una sonrisa deslumbrante.

— Hola. — Saludó despreocupado.

— Hola. — Contesté con una mueca. De pronto fui consciente de que mi cabello debía estar despeinado y me apenó verlo a él tan pulcro.

— Te tengo noticias. — Agregó meciéndose hacia adelante y hacia atrás.

— ¿Cuándo nos vamos? — Pregunté sonriente. Era curioso como ya no me molestaba tenerlo cerca, por el contrario, me sentía cómoda.

— El viernes. — Contestó sin más con esa sonrisa hermosa. ¡Sonrisa hermosa! ¿Yo dije eso? Solté un gritito agudo y me tapé los ojos para ocultar mi vergüenza.

— Estás loca. — Dijo negando con la cabeza. — Vamos, caminemos. — Dio la vuelta y comenzó a andar. Lo miré un par de segundos y lo seguí.

— La noche es realmente hermosa. — Solté mientras miraba al cielo. Él levantó la mirada y luego se detuvo y me miró fijamente.

— Siempre he querido preguntarte ¿Qué le ves de hermoso al cielo? ¿Si sabes que es falso? Es solo una programación del sistema de Calipso. — Argumentó seriamente.

FUGAZ - La noche de las estrellas rojasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora