Capítulo 1

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Primera Parte

Siembra de reclutas

Siembra de reclutas

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Daniela

Cuándo, desde el otro lado del mundo decidieron bombardear al país vecino del norte, se les olvidó que había otros que no teníamos nada que ver y tristemente nos tocó una rebanada del pastel.

Créanme, nadie quería de ese pastel.

Al principio fue solo la contaminación y los refugiados. Pero las armas químicas trajeron consecuencias peligrosas. Era como envenenar a las cucarachas y dejarlas libres para esparcir el veneno. Tal vez la metáfora sea cruda pero, fue así justamente como nos aniquilaron.

Las movilizaciones masivas de las personas, han acarreado desde los tiempos más antiguos, una cantidad de problemas que van desde un simple caos vial hasta enfermedades contagiosas que se convierten rápidamente en epidemias y pueden incluso escalar al grado pandémico.

¿Sin deberla?

No.

Creo indudablemente que mi país tuvo mucha responsabilidad en todo aquel debacle.

En un país con más de 122 millones de habitantes, se redujeron a cincuenta millones en un territorio de casi dos millones de kilómetros cuadrados. Hagan sus cuentas y como verán, en términos matemáticos, básicamente había una persona viva por cada 4 kilómetros.

Suena crudo, pero fue así. No lo inventé yo, lo dijo el maestro Godo en la clase de historia.

Después del primer bombardeo que dañó la zona fronteriza del norte, todos estaban tan asustados que no pensaban en nada más que quedarse en sus casas y almacenar combustible, comida y agua.

La moneda se devaluó, las importaciones se detuvieron, no por gusto.

De pronto, los piratas en mar y aire reaparecieron y las exportaciones pararon. Las ensambladoras, fábricas, minas, gran parte de la infraestructura estaba dañada, los hospitales abarrotados, las carreteras intransitables, no había combustible para transportar medicamentos, heridos o armas.

La gente moría por montones, de hambre, lesiones, bajo los escombros de los edificios.

Morían olvidados porque nadie tenía tiempo de salvar a nadie. Infecciones respiratorias y gástricas colapsaron los sistemas de salud, la sanidad era inexistente, los saqueos de los grandes almacenes estaban a la orden del día y las ciudades se organizaban, no para ayudarse, sino para cremar a familias completas.

Un cuerpo en descomposición generaba un foco infeccioso. Ahora imaginen cientos, miles de cuerpos en los parques, calles y patios traseros y luego a esto, sumémosle que los vecinos del norte querían pasar a nuestro territorio por considerarlo un poco más seguro.

No había quien los entendiera.

Primero odiaban a mi pueblo por ser morenos y después se convirtieron en lo que ellos tanto odiaban, inmigrantes.

FUGAZ - La noche de las estrellas rojasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora