Capítulo 40

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Daniela

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Daniela

Avril y yo habíamos pasado todo el día y buena parte de la noche trabajando en el dron. Las partes del pequeño helicóptero nos habían servido de guía para crear uno de la nada y en eso ayudaba mucho que tuviéramos acceso total a la bodega de suministros, de este modo, replicar su funcionamiento fue mucho más fácil.

No puedo dejar de apreciar el buen trabajo que hicimos juntas y sobre todo, lo increíblemente talentosa que es Avril. Siempre tiene opciones, recursos para llevar a cabo el trabajo y aunque me cueste media vida, si, es simpática.

Tiene ese extraño carácter ácido, sarcástico y burlón.

Su humor negro va de la mano de su simpatía y de algún modo bizarro, me hacía reír muchísimo. Quizá porque yo también le encontraba cierto encanto a su cáustico desenvolvimiento.

Al principio me costó trabajo darme a entender, Avril es intimidante, no solo porque es preciosa, sino por su fuerte temperamento, pero, básicamente fue más porque soy muy mala a la hora de entablar una nueva relación interpersonal. Me siento nerviosa, me sudan las manos, tartamudeo, se me olvidan las palabras o empiezo a decir estupideces. Por eso, la mayor parte del tiempo no hablo.

Cuando me presentan a alguien por primera vez, me limito a hacer una mueca porque me da pena que sientas mis manos húmedas por el sudor, no hablo para no parecer idiota, no entablo contacto visual porque me da vergüenza que vean mi nerviosismo y trato de limitar mi interacción al mínimo posible.

Quizá por eso la mayoría de la gente dice que soy arrogante y difícil de tratar.

¡Ja!

Si supieran que el motivo de mi indiferencia no es la arrogancia sino la absoluta falta de seguridad en mi misma.

Como sea, ahí estábamos a las dos de la madrugada a punto de lanzar al vuelo a nuestro pequeño bebé.

Con la ayuda de Avril, pude construir un sistema de réplica de detonación parecida a los rifles R15 con una amortiguación de retroceso menor que estabilizaba el componente.

— Espero que levantarnos a esta hora haya sido por una excelente causa. — Rezongó Franco que se acercó a nosotras mientras se tallaba los ojos.

Detrás de él venía Lorenzo con su arma larga y ambos llevaban ropa deportiva. Se veían más jóvenes sin uniforme, pero también parecían diferentes. Sus miradas y sus actitudes eran distintas, ambos se veían más relajados, fodongamente sexys.

Era curioso que apenas notara su semejanza pues ambos tienen el cabello oscuro, casi siempre despeinado y piel pálida que resaltaba el color de sus ojos. Parecían hermanos.

De la nada, me pregunté ¿Cómo era posible que nunca hubiera visto a Franco con una chica? Él era realmente guapo, inteligente y sarcástico.

— ¡Cállate y mira! — Le contestó Avril. — Lánzalo Daniela. —

FUGAZ - La noche de las estrellas rojasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora