Diago había autorizado un rondín sin escuchar primero mis argumentos. Yo debería ir con esa sección para poder analizar el segmento del domo. Me fui corriendo hasta llegar al comedor y entré sin detenerme en la puerta, la cual se azotó en la pared, provocando un terrible estruendo. Vaya manera de entrar.
En la mesa, estaban sentados Diago, Santiago, Franco y el comandante Eleazar. Todos me miraron con sorpresa y pude escuchar un par de risitas desde el fondo donde algunos se encontraban comiendo. Sentí como mi rostro cambio de colores, pero no estaba segura si era por la vergüenza de tan escandalosa entrada o por lo increíblemente guapos que se veían los dos ahí de pie.
Diago vestía su uniforme negro, un pantalón comando y una playera con un chaleco azul oscuro. Se veía alto, imponente y fuerte. Su ceño fruncido me dijo que no estaba de acuerdo con mi terrible irrupción.
Santiago llevaba el uniforme de pantalón café y playera gris. Su sonrisa franca me dio a entender lo que ya sabía. Tal parece que mi impertinencia no conoce límites.
Sé que en ese momento debería de haber estado pensando en el cuadrante de interés, en una posible solución y en cómo convencerlo de dejarme ir allá. Pero lo cierto es que no podía dejar de mirarlos. Ambos tan distintos y al mismo tiempo tan increíblemente atractivos. Diago ladeó la cabeza y la movió negativamente. Santiago sonrió y cerró los ojos, divertido de mi situación y seguramente de mi rostro enrojecido.
— Lamento tan terrible entrada. — Me disculpé acomodándome los mechones de cabello que siempre se me escapaban.
— Llegas tarde. Siéntate. — Sentenció Diago.
— No llegué tarde, son once cincuenta...— Me interrumpí a mí misma cuando sentí la mirada de todos sobre mí.
— Lo siento, pero, necesito hablar con ustedes. Luis y yo descubrimos cual fue el cuadrante del domo que fue... evadido. No fue violado, interrumpido o deshabilitado, fue completamente evadido. Las fluctuaciones de energía literalmente abrazaron algún material aislante que desvió la continuidad del flujo eléctrico y necesito revisarlo. Por favor, escuché que enviaron un pequeño grupo a supervisar el cuadrante, necesito ir, déjenme ir para averiguar qué fue lo que pasó y si es posible que pueda volver a ocurrir. — Solté de golpe con una sola aspiración de aire. Lo dicho, necesitaba condición física porque para ese momento, sentía que me faltaba aire para terminar las palabras. Todos me miraron de manera extraña.
— ¿Dices que evadieron miles de voltios y salieron sin un solo rasguño? — Preguntó Franco con incredulidad.
Franco también era muy guapo, a decir verdad. Llevaba un uniforme de combate igual que Diago. Al estar todo vestido de negro, su piel se veía todavía más pálida de lo que ya era. Su cabello era muy corto y aun así, se le formaban unos rizos que le caían en la frente. Parpadeé un par de veces para espabilarme.
— Sí, las lecturas del dron son bastante concisas. — Aclaré.
— No puedo enviarte allá, no es seguro. — ¡Oh Luis! Pareciera que conocía a Diago mejor que yo.
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FUGAZ - La noche de las estrellas rojas
Science-FictionCuándo desde el otro lado del mundo decidieron bombardear al país vecino, se olvidaron de los daños colaterales. Al principio, todos pensaban que mantenerse al margen de los problemas de las grandes naciones, era el mejor modo de sobrevivir. Lo cie...