Capítulo 21

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Daniela

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Daniela

Me levanté muy temprano y me preparé para un día que aparentemente sería muy agitado. No dormí mucho por haberme alocado con Diago durante la madrugada. En serio no podía creer que mis sentimientos hacia él, fueran correspondidos con tanta intensidad. Unos meses atrás me habría burlado mucho si me dijeran que terminaría estúpida con los besos de Diago, pero ahora entendía por que muchas personas se comportan como estúpidos cuando se enamoran. Ahora solo podía desear con todo mí ser el poder tenerlo a mi lado nuevamente.

Siempre, de ser posible.

No es que yo estuviera enamorada, pero de que Diago me traía estúpida, eso era seguro.

Llamaron a mi puerta y cuando abrí, una chica me saludó diciendo que las comadres me enviaban un obsequio, lo cual me sorprendió muchísimo pero, me encantó.

Era un vestido blanco con flores de colores y no dude ni un momento en probármelo. Me ajustaba bien, me gustaba mucho. Deje que la chica me ayudara trenzándome el cabello.

Estuvimos en una especie de desfile de flores y luego nos llevaron a la plaza donde nos esperaba un increíble desayuno.

Luego, Diago nos sorprendió con una noticia.

Aparentemente Lorenzo le había dado unas coordenadas para buscar algo que le ayudaría a ponerse en contacto con su madre. Me emocionó mucho el poder ayudar a encontrar la ubicación y me di a la tarea de buscar la forma de llevarlo hasta allá. Lo que sea que buscara, yo lo ayudaría a encontrarlo.

El resto del día transcurrió entre comer, bailar y reír muchísimo. Descubrí que Avril podía ser divertida también y me agradaba un poco su humor ácido, pero jovial.

La noche nos alcanzó y aunque moría de ganas de estar con Diago, decidimos que era mejor descansar para poder tener energía para el día siguiente, pues emprenderíamos el camino para buscar el lugar de las coordenadas que le dio Lorenzo.

Estuvo conmigo en la habitación por un par de horas y lo admito, no quería quitar mis manos de encima de él. Su labios eran cada vez más deliciosos y si se quedaba ahí, estaba segura de que terminaríamos haciéndolo. Ya saben.

Yo sabía todo lo necesario, teóricamente, para tener sexo, pero cada vez que el me tocaba, todo mi control se iba de paseo a otro universo y yo quedaba por completo a merced de sus manos y su mirada.

¿Cómo pude estar tanto tiempo sin esto? ¿Sin él?

Me despidió en la puerta de mi habitación con un largo beso y debo decir que me dormí incluso antes de poner la cabeza en la almohada.

Por la mañana, guardé mi vestido. Quería conservarlo por mucho tiempo más, pero tuve que volverme a poner el uniforme con las enormes botas que aunque cómodas, se sentían pesadas en comparación con las sandalias que usé el día anterior.

FUGAZ - La noche de las estrellas rojasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora