Daniela
Yo estaba completamente confundida. No podía terminar de digerir lo que acabábamos de escuchar en el video cuando de pronto, el radio de Diago comenzó a sonar. Franco me hizo señas para que contestara mientras él se arrodillaba junto a Diago para pedirle que se calmara.
Yo alcancé el radio y contesté. La voz de Santiago habló desde el otro lado.
- ¿Dónde está Diago? - Preguntó.
- Aquí, te estamos escuchando. - Contesté mientras acercaba el radio a Diago, él lo tomó y habló secamente.
- Adelante. - Su voz sonaba hueca y fría.
- Diago, la base fue atacada hace unos minutos, tomamos control de posiciones pero no estamos listos para un ataque mayor, Luis monitorea la periferia con el dron y aparentemente son al menos unos doscientos hombres apostados en el oeste sobre la cima de la pared del cerro que guarda la base y al sur, frente a la barricada de acceso frontal. - Sentí como un frio sudor me corría por la espalda. La voz de Santiago era severa y sin ápice de gracia. Yo esperaba que gritara "es broma" pero no lo hizo.
- ¿Qué tipo de armas tienen? - Antes de que Santiago terminara de hablar, Franco ya estaba saliendo de la habitación. Diago terminó la pregunta y se puso de pie de un solo salto y me tendió la mano para levantarme también, haciéndome señas que yo no comprendí en el momento.
- Armas de fuego, según Luis algunas son cortas y otras largas pero él no conoce de armas, así que no está seguro de los calibres, además de doce camionetas, la visión térmica del dron confirma que no hay hostiles en el norte ni el este. -
- Claro, el norte da hacia el cañón y la vegetación es demasiado espesa como para acceder desde el este ¿Pueden aguantar? - Preguntó Diago con expresión esperanzada.
- Trataremos, tenemos gente, lo que no tenemos son armas, pero intentaremos reforzar el frente, aunque quisieran, es demasiado arriesgado para ellos, las camionetas no bajarán sin volcarse y esta tan empinada que se volverían un blanco fácil para repeler y además se romperían las piernas intentándolo. -
- Nosotros vamos en camino, trataremos de llegar lo antes posible. - La voz de Diago era grave y su expresión se había convertido en una roca. Un escalofrío me recorrió el cuerpo, pero no estaba segura de sí era temor o emoción.
- Ya escuchaste, nos vamos así que recoge tus cosas y te veo en cinco minutos en la camioneta, viajarás conmigo. - Se dio la vuelta dándome la espalda y yo no supe que hacer, me dispuse a salir de ahí para buscar mi equipo, cuando sentí sus brazos envolviéndome por completo.
- Dani, no te quiero arrastrar conmigo. - Su fuerte mandíbula se clavó en el hueco entre mi cuello y clavícula. Podía respirar su aroma tan peculiar y ver sus manos fuertes sobre mi abdomen disparó dentro de mi cientos de punzadas que subían y bajaban. ¿Cómo podía ese hombre provocarme tantas emociones juntas? No mucho tiempo atrás pensaba que lo odiaba por ser tan bruto, pero justo en ese momento, estaba completamente segura de que lo podía seguir a dónde él me pidiera.
Me giré despacio intentando no romper su abrazo, necesitaba sentirlo rodeándome, era una especie de protección que me hacía sentir fuerte y necesitada.
Sus ojos eran dos pozos profundos a punto de absorberme y con gusto me dejaría devorar por ellos, pero aun así, la tristeza y quizá algo de temor se desbordaba a través de ellos. No dije nada, no pude. Es decir, que podía decirle, al menos yo sabía que mi madre estaba haciendo cosas importantes, aunque no tuviera contacto con ella. Pero lo que Diago había vivido en las últimas horas, toda esa información que su madre le dio y la enorme responsabilidad que estaba poniendo en sus hombros. ¡Diablos! Ni siquiera podía imaginar el cómo se sentía.
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FUGAZ - La noche de las estrellas rojas
Science FictionCuándo desde el otro lado del mundo decidieron bombardear al país vecino, se olvidaron de los daños colaterales. Al principio, todos pensaban que mantenerse al margen de los problemas de las grandes naciones, era el mejor modo de sobrevivir. Lo cie...