AÑO NUEVO (Y SUS RESACAS).

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Aiden miraba sonriente la escena y esperó a que el canadiense saliera de su asombro.

—No puede ser... — murmuró el otro con claro asombro.

—Pues, ya ves... yo te lo dije.

En el sillón se encontraban amontonados y en bolita, alrededor de Ciudad de México, sus capitales, la capital de Andrew y las capitales de Aiden, como si se estuvieran protegiendo del frío, como si fueran pollitos en su nidito; la escena habría resultado tierna si es que trajeran ropa encima.

Ellos estaban apenas despertando del merecido sueño que tomaron luego de llegar de la fiesta de año nuevo, y sus capitales parecían tan dormidas que ellos no quisieron despertarlos bajo ningún motivo.

Jamás se les ocurrió que ellos... bueno...

—Mex se va a enojar.

—Ya lo creo.

Decidido a despertar todos de una vez, Aiden dio un grito ensordecedor que pasaría fácilmente por el lamento de una banshee.

Lo que vino después del grito es un misterio, pero de que la capitales decidieron que debían tener más cuidado cuando planeaban dejar agotado a la capital mexicana, debían tener más cuidado.

CRÓNICAS NORTEAMERICANASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora