PELUCHES

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—Oigan, muchachos, — los llamó México. — ¿han visto mi peluche de jaguar? ¿o mi peluche de conejito?, los puse a secar ayer en la noche y me levanté esta mañana para ir por ellos, pero no los encuentro.

—Pregúntales a los vecinos, tal vez cayeron en su patio. — sugirió Caden.

—Ya lo hice, pero ellos no han visto nada, incluso me hicieron pasar a su jardín.

—Entonces están aquí o tal vez se cayeron al panteón, ¿por qué no buscas ahí? — dijo Andrew.

—Cierto, es una posibilidad; gracias chicos. — dijo el mexicano para salir al cementerio a buscar sus peluches.

Mientras tanto ambos chicos de habla inglesa seguían viendo la tele.

—Hoy te despertaste muy misericordioso con Pierre. — comentó Andrew.

—No voy a meter a ese imbécil en semejante problema, aunque no lo creas, lo quiero.

Andrew rio con ganas y luego miró al pelirrojo con ojos llorosos.

—¿Ya encontró tu colección de fotos de fotos de Josh en ropa sexy?

El canadiense se sonrojó y le dio al americano una mirada envenenada.

—Sigue así y le digo a Mex que revisas su correo.

—Dile, y yo le informo de tus sucias colecciones privadas.

Hubo un silencio incómodo por unos instantes.

—Por cierto, ¿para qué quiere Pierre esos peluches?

—No quieres saber, Andrew, No quieres saber.

—¡Que asco!

Lo cierto era que Pierre tenía una gran razón para secuestrar esos peluches, pues tiene planeado regalarle a Mauricio unos piyamas inspiradas en ambos peluches, pero obviamente Caden no le diría nada a Andrew, lo dejaría tener esos pensamientos sucios.    

CRÓNICAS NORTEAMERICANASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora