AÑO NUEVO (VERSIÓN CAPITALES).

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Juan se sentía nervioso, una parte de su ser le gritaba a México que lo sacara de ahí y se lo llevara directo a la fiesta de las naciones y los Estados, que iba a ser bueno, que no lo dejara ahí.

Pero como mexicano tenía palabra y estaba obligado a cumplirla, así que no le quedaba de otra más que aguantarse y resignarse a su destino.

—¿Seguro que quieres quedarte con los chicos aquí? — preguntó Mauricio con aprehensión.

<< ¡No, no me quiero quedar!, sácame de aquí... ¡Te lo suplico, sácame de aquí! >> chilló su mente.

—Claro que me quiero quedar, será una buena noche para celebrar y disfrutar. —respondió.

<< Sobre todo para esos pervertidos >> completó su mente.

—Bueno, entonces nos vamos; no bebas mucho.

—No, señor — dijo a modo de broma.

Las naciones se fueron cerrando la puerta tras de sí y el corazón de Ciudad de México empezó a latir desbocado, sabiendo perfectamente que se estaba ofreciendo en charola de plata.

Con la velocidad de un caracol el mexicano se dispuso a encarar a sus acompañantes en esa velada, los siete le miraban con sendas sonrisas de satisfacción y con un mismo brillo especial en su mirar que no le auguraba nada bueno.

<< Santo Ixtlilton, permíteme recuperarme de esta >> pensó acongojado.

—¿Listo para celebrar, John? — le preguntó Walter a la vez que le acariciaba una mejilla de manera sinuosa.

—Si no me puedo sentar mañana o si me dejan marcas visibles, los mato, ¿oyeron?

Todos asintieron con una sonrisa burlona.

Juan tragó saliva, era más que obvio que no iban a hacerle caso...

CRÓNICAS NORTEAMERICANASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora