Capítulo 17

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- ¿Irene? ¿Estás bien?

- ¿Eh? Si, si, solo que nunca pensé que los chicos harían esto por mi- dije entre lágrimas.

- Si quieres hablamos más tarde.

- Si, por favor, luego hablamos. Voy a llamarles.

Cerré Skype y fui a coger el móvil para llamar a los chicos. Pero no respondieron. Miré el reloj, todavía estaban en el concierto de Madrid. Ya llamaría más tarde o mañana.

No volví a hablar con Sandra y Lara, estaba demasiado cansada y me fui a dormir.


Me despertó mi móvil sonando. Lo cogí sin mirar quién era y respondí.

- Buenos días española.

- Hola Mike.

- ¿Estás bien?

- Si, solo que me acabas de despertar.

- Jajajaja lo siento. Era por si querías venir con nosotros a la playa. Nos vamos ya y hay un buen rato. Si vienes te pasamos a coger en un momento con el coche y nos vamos.

- Me encantaría Mike, pero en una hora tengo que ir a trabajar.

- Bueno, pues otro día será. Que lo pases bien española.

- Divertiros.

En parte que me hubiera llamado había sido bueno, la alarma no me había sonado y a las nueve tenía que estar en la piscina. Me vestí corriendo y bajé a desayunar. Mis padres y mi hermano todavía dormían, era sábado y pudiendo dormir más, quien no iba a aprovecharlo.

Salí de casa y cogí el bus hasta la piscina. Saludé a la directora y fui al vestuario a cambiarme, me puse la equipación del club y salí a mi puesto de trabajo, estuve hablando con Daniel, el chico que hacía de socorrista por las mañanas el resto de los días.

- Daniel, ¿qué haces por aquí si hoy no te toca trabajar?

- He venido a nadar un rato. Y a comprobar tu eficacia como socorrista.

- Pues no hay nadie de momento así que...

- Siempre viene alguien los sábados, ya verás. Yo me voy a dar un chapuzón.

- Pues diviértete- se sacó las chanclas y se lanzó al agua empezando a nadar de un lado a otro. Daniel tenía veinte años y era rubio de ojos azules. Él se había encargado de mostrarme el resto de las instalaciones del gimnasio el primer día. Y se había quedado conmigo en mi primera jornada como socorrista. Además era el que estaba como socorrista mientras yo entrenaba a mis chicos y después yo le suplantaba la última hora.

Empezó a llegar gente, madres con sus hijos, deportistas, gente que venía a simplemente pasar el rato. Las personas entraban y salían. Hasta que sobre la una se empezó a vaciar del todo y solo quedó Dani nadando. Era ya hora de cerrar y él iba absorto en las piscinas así que no me escuchaba. Me acerqué al borde del carril donde él nadaba y le llamé mientras se acercaba a mí nadando crol. Hizo el viraje sin enterarse empapándome entera y siguió a lo suyo.

- Irene, hay que ir cerrando ya- me avisó la directora desde la puerta.

- Lo sé, ahora aviso a Dani- dije girándome hacia ella.

- Pues te va a costar, cuando se mete en la piscina no se entera de nada.

- ¿Y qué hago? Mira como me ha dejado de mojada.

- Tírate y párale- respondió riéndose de mí.

Y eso tuve que hacer, me tiré al agua y fui hasta él, le conseguí coger de un pie y le hundí.

Nada es lo que pareceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora