Familia Nardacchione. Primera parte, debilidad.

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Familia Nardacchione.

Apenas quedaba un día para que empezasen las vacaciones de invierno y yo no me había presentado a ningún examen, ni tenía intención si quiera de ir a recoger las notas, lo único que me importaba un poco era la comida que tenía pendiente con Edgar.

Bajé a la hora que me apeteció y vi a Agata tumbada en el sofá viendo la televisión sin prestar mucha atención.

—¿No se supone que deberías estar trabajando? — me reí y llené dos vasos de leche.

Hico un intento de mirarme—¿No se supone que deberías estar en clase?

Puse café y azúcar y le pasé un vaso, me tiré sobre el sofá— Touché

—Sé qué hace casi una semana que no vas Nina…

—Sólo necesitaba un tiempo de vacaciones—dejé caer.

—¿Por qué? ¿Qué ha pasado?

—Todo va mal—las lágrimas amenazaban con salir—No puedo con todo esto—empecé a llorar ahora sin contenerme, la conté todo, lo que había pasado con Carla y Ulisse, que hacía bastante que no iba a entrenar, y que m e estaba yendo un poco del grupo de siempre, que Edgar había estado con otra al día siguiente de acostarse conmigo, se suponía que yo la había perdido con él, que había discutido con Diego porque sólo me había intentado consolar por interés.

—¿Por qué no me lo dijiste antes? —se la veía preocupada.

Me toqué las sienes—No lo sé—dije aun babeando y moqueando con los ojos hinchados —Necesito el ventolín

Fue a por él y me lo trajo, di un par de toques y empecé a respirar mejor—Deberías dejar de fumar…digamos que el asma y el tabaco no se llevan bien.

Me encogí de hombros, aún me seguía temblando el labio—Ya.

—Por supuesto que te doy una semana, o el tiempo que tú quieras— me limpió la cara que estaba roja—Cálmate.

—Hoy he quedado con Edgar. —solté con un hilo de voz.

—Así que…la has perdido con él—miré al suelo—¿Por qué no me lo contaste?

—Vergüenza, supongo. Yo no te imagino en esa situación—me sonrió ampliamente.

—Venga cálmate y cuéntame cómo fue.

Tragué saliva —No sé fue algo nuevo, ya sabes…

—¿Te hizo daño?

Negué—No me dolió pero luego sangre un poco, al rato después, digo.

—Qué raro…¿y bien?

—No sé Agata, fue agitado, en plan, no piensas en ello normalmente, es como si me avergonzase de mi misma…solo es sexo, o sea sí, estuvo bien pero no voy a estar llamando a su puerta para tirármelo día y noche. Además, ahora me da asco, el día anterior al menos, hacía meses que no la metía, pero hace un par de días se folló a otra, y claramente, qué asco.

—Dios sabe qué te puede contagiar.

—Puesta también, ahora Edgar me da asco. Su boca y su todo, no quiero tragarme nada de nadie.

—Haces bien ¿Entonces por qué quedas con él?

—No sé, quiero que me diga la verdad porque no hace más que mentirme.

—Está bien pequeña—me dio una palmada en la pierna—Pero si tienes algún problema no dudes en llamarme. —Asentí y me dio un beso largo en la frente.

Punto muerto.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora