Cristina.

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Miré al techo y después al reloj que se encontraba en mi mesita de noche, las dos y cuarto de la tarde. Había decidido no ir al instituto por temas como ordenar mis ideas. Calpurnia me pediría explicaciones de por qué no he ido a clase. ¿Cuál será la mejor excusa? Me temo que diré que tenía resaca.

Hoy no era mi día, no tenía ganas a penas de levantarme, ¿para qué?

 Me incorporé y vi una pequeña cartita sobre la colcha de mi cama, estaba arrugada, me muevo mucho mientras duermo. La letra era ilegible, me costó mucho descifrar qué ponía.

Nina dirás, ¿Qué coño hace una carta en  mi cama? La respuesta es fácil… no me atrevo ni a mirarte a la cara, no quería despertarte, intenté hacer le menos ruido posible al entrar, pero creo que me insultaste y salí lo más rápido que pude…

Espera, espera, espera ¿Ayer Ulisse entró en mi habitación? ¿Le dije algo? No me acuerdo de nada. Me froté la sien y seguí leyendo.

…me arrepiento tanto de lo que hice, me siento tan despreciable… Me encantaría decirte que no sabía lo que hacía, pero sí que lo sabía, sabía la persona que era…

Bien…por lo menos es sincero y sabe aceptar que esto acarrea unas consecuencias. Me recuerda a alguien.

… espero que algún día puedas perdonarme, realmente esto me sienta a mí peor que a ti.

Tu estúpido hermano, Ulisse. “

Dejé la carta sobre la mesilla y cogí el móvil. 24 llamadas pérdidas de Carla. 17 llamadas pérdidas de Diego. 5 llamadas pérdidas de Edgar. Por ahora, no pensaba contestar a ninguno, y mucho menos llamarles yo.

Entré en WhatsApp, tenía la bandeja de entrada llena, me quité la foto de perfil junto al estado para que cogiesen la idea.

Me tomé tiempo en arreglarme, porque sinceramente, no tenía nada que hacer, nadie a quién hablar.

Comí con tranquilidad y sin prestar mucha atención, quería despejarme pero no podía ir al acantilado porque cabía la posibilidad de que Diego estuviese allí. Maldito Diego. Dije para mis adentros.

Escogí la playa, la playa es grande, no creo que se pasen kilómetros y kilómetros buscándome. Al salir sonó el móvil. Edgar. Por pura malacostumbre se lo cogí.

 —Hola. —Tenía la voz ronca. No le contesté. —Hoy no has ido a clase.

Esperé unos segundos—Ya.

Escucha…discúlpame lo de ayer fue una tontería. No me hagas repetir esto de nuevo. Sabes que odio arrepentirme de lo que hago.

Me di una tregua para pensar algo que decirle —Una tontería pero bien que bailabas con otras —Suspiró— Si tan pesada te parezco no sé para qué llamas.

No es solo que tú te pones a besarte con otro tío y el único que tiene la culpa de esto soy yo, ¿no?

Es que lo mío fue sin querer, lo tuyo no.

Sí, ya claro, sin querer, oh cariño, he besado a otro, pero ha sido sin querer, cariño, me caí accidentalmente encima del pene de otro y ahora estoy embarazada, pero ha sido sin querer. Claro Nina, tiene muchísimo sentido.—Puso voz de estúpido.

Punto muerto.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora