Les recomiendo leer este capítulo con la canción Fix You de Coldplay.
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Después de los inesperados cambios que se habían formado en mi vida en poco tan tiempo, necesitaba tomar de él para que mi cabeza amueblase las ideas.
Todavía mi cerebro no respondía a la oración "Edgar ha decidido irse". Todavía mi cerebro no respondía a estar sin el toque de su piel. Todavía mi cerebro no superaba ver sus orbes marrones hermosos. Todavía mi cerebro no olvidaba el olor de su cabello. Todavía mi cerebro mandaba a mis brazos que le buscasen por la noche, y cuando no encontraba nada al otro lado del colchón, respondía con una pesadilla, que aceleraba mi pulso y mi ritmo cardiaco, haciéndome despertar entre gritos, sudores, mal estar y frío.
Tal vez yo quería superarlo, pero mi cerebro no quería que lo hiciese.
Después de un episodio de "felicidad", lo pagué bien caro.
Recuerdo bien la noche en la que Sam me dio la llave y las tres simples, y contadas, sonrisas sinceras que mostré.
Por cada una de ellas había derramado mil lágrimas, y eso eran muchos intereses, y eso no era un buen precio.
Todavía lo recuerdo porque todavía lo siento. Me arrepiento de ser tan ilusa e intentar ser feliz, de sonreír, e intentar continuar.
Cuando algo está mal, y tú crees que lo está, tu cuerpo así lo cree, y cuando me repetí que sonreír estaba mal, y lo hice, me castigué a mí misma, con llantos, heridas, poco suministro alimenticio, horas de oscuridad encerrada en mi habitación y un terrible y acogedor silencio para mí.
Hoy estaba sola, me hubiese gustado decir que era original, y había ido a otro sitio diferente que al acantilado. Pero mentiría. Porque estaba aquí. Con las piernas colgando y balanceándose hacia un vacío frío, empinado y de muerte segura.
El acantilado era mi propia oscuridad.
Yo era oscuridad.
Llevaba sobre mis hombros un alma negra.
Escondí las manos en las mangas de mi sweater vino de lana y miré a las profundidades. El horizonte, el agua, el pueblo a lo lejos. Tan cerca pero tan lejos. Tan parecidos pero tan diferentes.
Había impuesto una norma. Una norma a mí misma.
Sólo podría leer las cartas de Edgar y ver sus videos en el acantilado. Aún guardaba un par de repuesto.
En uno de esos videos salía la prima de Edgar, Avril, y los dos sonreían, y se veían cómo felices...sin yo estar ahí.
Creo que ese es en el más lloré. Porque yo estaba en el pasillo. Yo había pasado tres semanas de locura yendo a las clases mientras mis amigas me preguntaban qué era lo que me pasaba.
*Flashback*
-Hola chicas- comenté sin mucho ánimo sentándome en la mesa de la cafetería y sirviéndome una botella de agua.
-¿No almuerzas?- preguntó Daira.
Fruncí el cejo y titubeé -No tengo hambre.
-Hoy hay pizza en la cafetería, ¡vamos es imposible negarse a eso!- comentó enseñándomela.
-Lo siento, estoy servida- comenté agitando la botella en lo alto para que la viese.
-No sé qué mosca te habrá picado pero estás rara de verdad...-comentó negando.
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Punto muerto.
Teen Fiction"Una pesadilla es algo de lo que se puede despertar, pero de la vida no, no es tan fácil, a veces es bueno acumular recuerdos y guardar secretos... Porque, ¿Si no puedes mantenerlos encerrados dentro de ti, por qué otro debería hacerlo?" Adentrarte...